01 octubre, 2012
Escribe EDGAR R. CONDE CARMONA
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Dos puntos merecen ser sometidos al escrutinio público tras la insistencia del gobernador Mariano González Zarur de desaparecer el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET).
El primero: “Siempre hemos estado en el vértice de que normalmente hay problemas en los institutos autónomos, soy de la opinión de revisar a fondo y que los gobiernos federal, estatal y municipal si le damos cumplimiento a las disposiciones de carácter legal, constitucional, y leyes reglamentarias necesitaríamos menos órganos autónomos”.
En algún momento de la historia reciente de Tlaxcala, institutos, consejos y comisiones, entre otras denominaciones, se crearon, “en cumplimiento de las atribuciones que corresponden al Ejecutivo Estatal”, numerosos entes que, finalmente, atendieron caprichos o necesidades personales del gobernador en turno.
La memoria popular remite que estos entes no fueron más que el pago de compromisos políticos a ciertos grupos que habían apoyado la campaña política del mandatario.
A contrapelo, la Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos, da vida a ciertos organismos autónomos que garantizan el cumplimiento de objetivos concretos.
El segundo: “la desaparición del IET deberá provenir de una reforma al interior del Congreso del Estado, situación que se ve complicada en estos momentos pues –recordó– que no se cuentan con los votos necesarios para lograrlo”.
Con argumentos que se antojan irrebatibles (como la ausencia de una estricta y transparente rendición de cuentas y que la administración no puede seguir soportando organismos que solo operan en determinadas temporadas), el jefe del Ejecutivo Estatal pide la desaparición del IET.
La desaparición del IET, empero, implica un serio inconveniente: ¿qué organismo, ciudadanizado, se encargaría de organizar y calificar las elecciones que deben realizarse constitucionalmente cada tres años?
“Ojalá y la cámara de diputados lo pensara, lo discutiera y podemos hacer modificación importante y en un momento dado celebrar un convenio con el IFE y eso haría que el gobierno dejara de gastar recursos en algún ente que no es necesario”.
Bien valdría saber si el IFE, que es federal, tendría atribuciones o intenciones para organizar unas elecciones municipales o de comunidad en 60 municipios de uno de los estados más pequeños de México.
Recordemos que el IFE tiene, entre otras atribuciones, coordinar acciones electorales en 300 distritos electorales. Muchos de esos distritos son mucho más numerosos que la lista nominal del estado de Tlaxcala.
Sería extraordinario, por otro lado, que los Diputados locales piensen y discutan un nuevo esquema de operación del IET, como la regulación de sueldos y salarios, prestaciones, bonos y administración de los recursos públicos.
Y ya que el mismo jefe del Ejecutivo pone sobre la mesa de discusión la desaparición de entes inoperantes, para poner el ejemplo, bien valdría poner en consideración en el mismo tenor a la Coordinación de Radio, Cine y Televisión de Tlaxcala; el Fondo Macro para el Desarrollo Integral de Tlaxcala, el Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Municipal, El instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, el Patronato del Centro Cultural Apizaco “La Libertad”; o el Fondo de Protección a las Víctimas de Delitos y Ayuda a los Indigentes.
Tiene razón el Gobernador de Tlaxcala: “si le damos cumplimiento a las disposiciones de carácter legal, constitucional, y leyes reglamentarias necesitaríamos menos órganos autónomos” y otro tipo de organismos.