Con dedicatoria para esas plumas venenosas, sin moral

01 julio, 2025

Hoy, en el Día del Periodista en Tlaxcala, instituido por el Congreso del Estado, hace más de dos décadas es momento para una reflexión… 

¿Cuánto le debemos al propio periodismo quienes lo ejercemos?… Es una asignatura que implica rezo y predicación continua. 

En 34 años como comunicador he estado sujeto al escrutinio de la sociedad misma, he recibido ataques directos y amenazas, madrazos y balazos, mentadas de madre, y hasta maldiciones por ser incómodo.  

Y lo peor de todo el ataque inmoral, el escarnio descarado de los sabiondos del periodismo, de esos porros descarados de la información. 

Siempre antepondré una condición elemental, que soy humano antes que periodista , tengo yerros y virtudes, soy un ciudadano que no se siente sabelotodo, pero sí un crítico del poder. 

Acepto que he cometido errores informativos en mi ejercicio, pero que me han ayudado a ser más riguroso conmigo mismo, pero ninguno grave. 

Al periodismo le he pedido perdón cuando es neceserio. Por eso profeso y enaltezco esta loable actividad, la de informar. 

Es lamentable que entre el propio gremio periodístico se trate confundir a la sociedad, generar turbulencia mediática, y que un periodista sea el principal enemigo de otro. 

Pero de que hay porros de la información los hay, esos sabiondos “ortodoxos” rastreros al servicio del poder, que no entienden un gramo de letras menos de palabras artículadas, de la exigencia del verbo y la prosa, menos de esa gramática y semántica elemental. 

Desde que se instituyó el Día del Periodista en Tlaxcala siempre vienen las felicitaciones, los mejores deseos, y las premiaciones distantes -de unos años para acá- de esa misma rigurosidad reporteril. 

Hoy se privilegian los intereses nebulosos más allá de los géneros y criterios periodísticos. 

Por eso, en esta fecha enaltezco al periodismo, y dejo preguntas abiertas para esos “sabios” de poca monta ¿qué tanto respetamos al periodismo mismo?  ¿Viven del periodismo o son vividores de él?…

Les aconsejo no hagan escarnio de noticias que tuvieron un defecto, todos somos humanos, pero lo que sí es ridícula, es su doble moral.

Esa, la que queda mal parada con la sociedad, con el periodismo, y con ustedes mismos. ¿Cómo se miran frente a un espejo?…  

Lo peor de todo, es que saben de su falsa moral y ética corrugada.  Por pudor deberían abandonar el periodismo, pero su cinismo es mayúsculo y descarado. 

En mi caso, todos los días intento ser un mejor periodista, y quienes lo duden del mismo gremio, o lo sepan solo por ser lenguas viperinas estoy aquí para desarrollar la mejor nota, el más riguroso de los reportajes, la más excelsa de las entrevistas. 

La columna más analítica, el más sesudo de los artículos, y lo que es una verdadera pasión redactar, la crónica que desnuda el intelecto de un  genuino periodista. 

Y reto públicamente a aquel “periodista porril”, a desarrollar cualquier tema, cualquier género en radio, televisión, periódicos, vía streaming, podcast, y que sea el escrutinio público quien le dé su propio mérito.

Ya saben dónde localizarme… 

Mi reconocimiento a aquellas y aquellos tlaxcaltecas que ejercen el periodismo con una misión, la de informar y evitan ser vividores, golpeadores de la información por encargo.  

Soy un comunicador, que todos días trabaja para ser un mejor profesionista, y siempre le rezo a Dios, al periodismo mismo que tantas satisfacciones me han dado. Soy un privilegiado. 

Hoy mis palabras fueron más duras que otras veces con un sector de mi gremio, pero es mejor defender mi vocación de esos incultos con pluma. 

Gracias a los que hablan derecho, siempre de frente. 

Termino con esta misma reflexión: 

“El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. 

Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. 

Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz, mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”:

Gabriel García Márquez, el Nobel literato; el eterno Gabo, el escritor periodista.

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