Claudia Sheinbaum, escuchó halagos y gritos de: “¡No reelección!”…

15 mayo, 2024

Hoy no hubo espacio para el error. Lo alabó en más de siete ocasiones. Claudia Sheinbaum, elogió a su gurú, a su sensei, a su guía cada vez que pudo. Un discurso casi perfecto. 

La traición al subconsciente de que “nosotros no vamos a llegar a la presidencia como lo hizo el presidente Andrés Manuel, por una ambición personal, nosotros llegamos a hacer justicia”, hoy no llegó. 

El yerro, la pifia de Los Cabos, allá en Baja California, le pesa, y le seguirá pesando a la aspirante presidencial frente al que habita en Palacio Nacional, el que aún se sienta placenteramente en la Silla del Águila. 

Y para protegerla dos chamanes, dos indígenas de la región de San Pablo del Monte, le hicieron un ritual, una limpia para alejar esos malos espíritus antes de subir al escenario, antes de que la concurrencia la arropara. 

Ella desde se dejó consentir, le colocaron un collar de flores y ambos hablaron en una lengua materna.  Le bajaron a sus pies esa protección astral.

El rictus se concretó. Dio más de 20 pasos, y subió para ser vitoreada por esa concurrencia de la 4-T.

Los de Morena, los del Verde, los del PT, y los de Nueva Alianza, se desbordaron en su pasión, abrieron sus faringes sedientas para los halagos.

Mientras que entre el tumulto surgió un batallón, una voz unísona y discordante que gritó, una y otra vez:

“¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!“… Esas gargantas emanaban euforia.

Y en sus manos portaban carteles de papel de José Antonio Álvarez Lima y de Ana Lilia Rivera, precisamente, la y el reeleccionista.

Los quejosos fijaron la atención en el corral de la prensa local y nacional.

Las y los contrarios a que los sí apoyan la reelección los miraban de reojo con ojos de lince como queriendo pelear, pero abundó la sensatez.

Al subir al templete ella saludó con firmeza a las y los candidatos a diversos cargos de elección popular.

Cuatro suspirantes a suceder a Lorena Cuéllar en 2027, estuvieron ahí, en la zona de privilegio.

Ana Lilia Rivera, Alejandro Aguilar, Alfonso Sánchez y Sergio González, se encontraron, y con una sonrisa por demás forzada, fingida se saludaron.

Unos fieles a su estilo, terminaron por mostrar su servilismo, en convertirse en matraqueros.

Unos desaprovecharon la única oportunidad, de lucirse con un buen discurso.

Y otros como Sergio González los mandaron hasta la orilla donde no figuraran. A él se le observó cansado, bostezando, con las manos en la cara, derrotado antes de tiempo.

Al igual que a Álvarez Lima, con 82 años, en sus espaldas, pero con su lugar amarrado en la Cámara Alta. Solo tres veces se levantó de su silla.

Lo cierto, lo cierto es que hubo candidatas y candidatos, de primera y segunda. Las y los de primera y segunda fila.

Los 30 segundos de pánico…

Vino el espacio para el discurso, un Alfonso Sánchez García, temeroso, había dejado su protagonismo, el de ir y venir, tomarse las selfies con sus porristas, y hablar solamente 30 segundos frente a la mujer más poderosa del cuatroteismo. 

Con su quijada temblorina, sus manos sudorosas, y su voz entrecortada ofreció el discurso más mediocre y corto, del que se tenga memoria en la plaza de los recuerdos, el de la Constitución, de la bella Tlaxcala. 

No hubo espacio para el lucimiento, para medir su capacidad de diálogo con la candidata, y hasta con sus personeros que ya no lo alabaron.

Uno de sus porristas, expresó: ¡Qué pedo!… ¿Eso fue todo?…

Hasta Sheinbaum se quedó sorprendida, no por la profundidad de su arenga, de sus palabras sino por su pobreza política e ideológica.

Llegó la que habló por las y los candidatos del Senado de la 4-T. Ana Lilia Rivera, parló y levantó una carretada de aplausos, como si anduviera en campaña para 2027.

El pánico escénico, lo invadió. Y como lo expresó el reportero de El Sol de Tlaxcala, Moisés Morales, “era suya y la dejó ir”. ¡Qué barbaridad!…

¿Es así cómo un junior pretende gobernar la capital tlaxcalteca?…

Fiel a su estilo, Ana Lilia lució bastante folclórica, con un sombrero de ala ancha, con una cinta guinda en la cintura, y hasta con su pose de la vaquerita Jessie, la novia de Toy Story. 

Y con más fuerza vino el segundo coreo: “¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!“…

Mujeres y hombres con cachuchas del PT, se unían a ese clamor, que lo escucharon, innegablemente, José Antonio y Ana Lilia. 

Sin embargo, en seis ocasiones Claudia Sheinbaum, le recordó a la reeleccionista -entre palabras suaves pero contundentes – que Lorena Cuéllar es la gobernadora incansable.

La última ocasión que Sheinbaum se refirió a la mandataria fue en su despedida: ¡Viva Lorena Cuéllar!…

Mientras que la de Calpulalpan hacía muecas, con una sonrisa por demás disfrazada, de lado a lado.

Al hacer uso de la palabra, Raymundo Vázquez Conchas, ofreció un discurso dicharachero, cantinflezco, nada ortodoxo, pero habló mejor que Sánchez García, el de los 30 segundos de terror. 

“El Ray”, el del sombrerito Sahuayo fue el más animado de todas y todos los subieron al templete.

Bailó cumbia, reguetón y todo lo que pusieran; el que habló a nombre de las y los candidatos a las Diputaciones Federales andaba feliz, sin que importarle la pureza, la autenticidad de estar frente a una presidenciable.

Se imaginó que estaba en un baile popular, sus pies y sus brazos se movían al ritmo de un cumbión.

Y qué decir de la irrespetuosa Silvana Garay, que jamás se quitó su gorra durante la entonación del Himno Nacional Mexicano.

El protagonismo…

Mientras sobre el piso de la Plaza de la Constitución había de todo, unas morenistas con su exagerado protagonismo como Luz Vera, la secretaria general de Morena.

Iba y venía, jaloneaba a sus compañeros, para tomarse una foto, sonreía, se acomodaba su cabello, un tanto urzuelado. Se sentía bien fashion.

Lo mismo había campesinos, que personas con discapacidad, lo mismo porristas que matrakeros, saltimbanquis que fieles morenistas, y hasta destructores de los jardines que costaron dos millones de pesos.

En tanto que el vocero de la aspirante presidencial, y ex jefe de Comunicación Social en el Gobierno de Tlaxcala, Alfonso Brito, nunca dejó de darle consejos -en corto- al despavorido hijo de Sánchez Anaya.

Y vaya que los necesitaba, pero fue inútil en los hechos un claro fracaso.

La ola de selfies….

Antes y después, Claudia Sheinbaum, se dejó consentir por miles de asistentes, por esas y esos candidatos que solamente fueron a buscar una selfie, y poder mostrar su influencia.

En los muros de Facebook aparecieron decenas de imágenes con la “amiga” de todas y todos los que aspiran ganar un espacio de elección popular.

Pero lo cierto, es que a la mitad del discurso de Claudia Sheinbaum, simpatizantes de Nueva Alianza, del PT y hasta de Morena, bajaban las banderas y decidían abandonar ese mitin, esa mismo mismo zócalo.

A las y los decenas de personas que asistieron por voluntad propia, o quizás por presión, ya no quisieron escuchar más de la que espera “un trámite”, para poder ganar la presidencia de la República.

Ya no quisieron esperar a que terminara su arenga, y tras una cita tardía.

Las y los acarreados, los de diez en diez pasaron lista, y se fueron tras una larga espera, sin importarles las propuestas.

Entre luces y lo oscuro de la calle Claudia Sheinbaum, se despidió de las y los candidatos de segunda.

Aquí no hubo abucheos, signos de malestar por las bases de Morena, que aún están inconformes por la designación de candidatos. 

Aquí Sheinbaum solamente escuchó un claro manifiesto:

“¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!… ¡No a la reelección!“… Lo que ella tanto apoya.

Muchas personas se preguntaron: “¿Regresará a Tlaxcala, siendo la primer presidenta de México?”…

Hoy la gran ausente la mandataria estatal, y todo su gabinete. Esa fue la instrucción no pararse en ese escenario, para evitar suspicacias.

¿La moneda está en el aire?

José Antonio Álvarez Lima, el exgobernador priísta, que dijo en 1998, en esa misma Plaza de la Constitución, la cajita de los recuerdos, una frase por demás polémica.

Esa misma expresión que hasta hoy en día la aplican políticas y políticos.

Esto cuando cuando periodistas le preguntaron quién ganaría la elección de 1998, esa que le permitió el paso a la alternancia, y dejó enterrados 70 años de gobernanza priísta.

Tajante respondió: “La moneda está en el aire”… ¿Hoy la volvería a replicar el reelecionista?…

Cuatro aspirantes a la gubernatura estuvieron ahí, junto a Claudia Sheinbaum. ¿Quién de ellos será el ungido en caso de que ocupe la Silla del Águila?… ¿Podría ser otra u otro el ungido?

¿La moneda está en el aire?…

Crónica Paco Conde | Periodista

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