08 noviembre, 2023
El reciente nombramiento del secretario de Gobierno, Luis Antonio Ramírez, ha generado diversas reacciones -más negativas que positivas- entre la sociedad, y en los mismos medios de comunicación.
Su designación escaló la esfera regional y nacional, por lo que el responsable foráneo de la política interna deberá entender que la idiosincrasia en Tlaxcala, tiene su peculiaridad.
La reforma a la Constitución de Tlaxcala, la forma en que llegó a ser el segundo de abordo en el Gobierno del Estado, es parte ya de la historia.
Sin embargo, el morelense deberá conocer a fondo cómo es la sociedad tlaxcalteca, quizás lo hayan hecho creer que es una entidad segura, que su función se basará en resolver los problemas sociales que se presenten con una varita mágica.
Pero también deberían informarle al trabajador de la administración estatal que Tlaxcala, a pesar de que es un estado pequeño territorialmente, tiene su particularidad en la forma en que se gobierna.
La población de algunos de sus 60 municipios se ha atrevido a retener a secretarios de Gobierno, para hacer presión ante nulas respuestas.
Se ha atrevido a exhibirlos públicamente como ocurrió con Fabián Pérez, en la administración de Alfonso Sánchez. Fue amarrado y lo pasearon hasta plantarlo frente al alicaído Congreso del Estado.
La misma población ha ejercido violencia y presión social para lograr sus fines, desde lograr la construcción de unidades deportivas, y otras obras públicas a cambio de que el Gobierno de Tlaxcala, les cumpla.
Si cree el actual secretario de Gobierno que llega a su aposento, donde solo es posar para la foto, se equivoca.
Tan solo debería preguntarle al grisáceo Sergio Hernández, ¿cómo le fue?…
Bien recuerdo, las palabras del ex secretario de Gobierno, Federico Barbosa, quien aceptó ante periodistas -hace más de 20 años- que en Tlaxcala “pasa de todo, de todo”.
Y lo dijo ese político tlaxcalteca duro de roer, de esa vieja guardia del PRI.
¡Nos leemos mañana!…
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