Los hermanos cirqueros…

13 julio, 2023

Lo que ocurrió ayer con los hermanos Covarrubias Cervantes, rayó en el protagonismo, en la afectación a terceros y aún más en el escándalo que propiciaron después de un criticable acto policiaco.

Comparto que no es la forma en que el director de la policía capitalina, Gabriel Cisneros haya «cumplido» un protocolo, para proceder al intento de revisión del alcalde de Texoloc, y de su unidad.

Es criticable la forma de conducirse de un mando policiaco, recientemente, nombrado. Ojalá, el alcalde Jorge Corichi, lo mande a cursos de buenos modales, de tipo policiaco y más aún de derechos humanos.

Con respecto, al circo montado por ambos hermanos Arturo, alcalde de Texoloc y Miguel Ángel, actual diputado local, cayó mal a la ciudadanía capitalina, que se vio afectada ayer en su movilidad.

Un aspecto, es el derecho a manifestarse y la otra buscar un protagonismo exacerbado, principalmente, por el legislador «meón», mote ganado -hace años- por haberse orinado en una unidad de traslado en Los Cabos, Baja California Sur, sin importarle el pudor.

La ciudadanía debe recordar que el escándalo, Miguel Ángel Covarrubias lo ha utilizado, para lograr todos sus fines, ha incurrido en réplicas chafas de series televisivas para atraer la atención mediática.

Lo peor del caso, es que un sector de la sociedad le cree a este tipejo enfundado en fuero constitucional, para hacer y deshacer.

En las redes sociales lo tundieron ayer, donde un sector criticable de la propia sociedad, lo califica como un legislador con resultados magros, y más oscuros que blancos.

Ese es Miguel Ángel Covarrubias, el cirquero, así lo calificaron muchos ciudadanos el día de ayer al hacer su show en la Plaza de la Constitución. Todo un payaso, eso dicen. ¡Usted tiene la última palabra!…

Y quedará en Arturo Covarrubias, si iba armado o no…

Mis condolencias…

Mi pésame para la familia de Erika Morales Vásquez, policía de Apetatitlán, lamentablemente caída en el cumplimiento de su deber.

Siguen los hechos violentos en Tlaxcala, siguen esas manos asesinas adueñándose de las calles, esos dedos que no temen jalar un gatillo. ¿Dónde iremos a parar?…

¡Nos leemos mañana!…

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