¿Hablemos de política?

14 octubre, 2020

Me cuestionaban en días pasados ¿por qué MORENA y el Presidente López Obrador siguen manteniendo un alto índice de aceptación en el colectivo general? pese a la infinidad de errores cometidos en la administración pública y la obstinación por realizar proyectos que a largo plazo parecen no tener sustento técnico o científico.

La dilapidación de las instituciones y fideicomisos, la vulneración de la autonomía constitucional de varios órganos o, el sometimiento de la Corte al capricho de una consulta que jurídicamente se veía inviable, la falta de perfil en algunas áreas estratégicas.

En fin, la meritocracia para acceder a los cargos públicos sigue igual que antes, priva el amiguismo y el discurso de que ahora se privilegia la decencia o la moral antes que los conocimientos. Los resultados los vemos, son desastrosos, parece que nada ha cambiado.

En tanto, hay que reconocer que construyó no un partido sino un movimiento hegemónico, que se puede dar el lujo de mantener su dirigencia en disputa sin que se despeine. Los números le siguen favoreciendo rumbo a 2021.

Por otro lado, se gestó un movimiento denominado: Frente Nacional Ciudadano Anti-Amlo (FRENAAA). Que busca que el Presidente renuncie, lo cual jurídicamente es de risa. Si a esto le agregamos que dicho frente electoralmente no significa nada.

Por ello, el Presidente les torea y pide calma a su petición para que lo hagan cuando se dé la revocación de mandato. Los tiene en su campo, donde mejor sabe moverse y estos parecen no darse cuenta.

En éstas arenas movedizas donde se desenvuelve FRENAAA, se torna más bien un movimiento clasista que aglutina a un sector de la élite que perdió su zona de confort y que ahora trata de recobrarlo.

Más que un verdadero frente que aglutine a todas las masas sociales, ha provocado el desinterés de una gran parte de la sociedad mexicana; pues saben que adherirse a este grupo es regresar a los viejos tiempos de las élites de juniors y grupos de empresarios que crecieron bajo el signo de la corrupción, quienes ahora han visto mermada su capacidad de movimiento para seguir en la tranza.

En tanto, un sistema de partidos políticos de oposición llamase PAN, PRI, PRD o MC, no han podido articular un verdadero discurso y programa de acción; donde los sectores que votaron por este proyecto de la 4T, y que hoy viven en el desencanto se sientan arropados.

Un gran colectivo y sobre todo de la clase media hacia arriba que es donde no llegan los programas sociales y que viven del esfuerzo de su trabajo pagando impuestos, se sienten desalentados; pues saben que el anhelado cambio se puede quedar en eso, en simple cantaleta electoral.

El extravío de la oposición se ha reflejado en el Congreso de la Unión, donde MORENA y su grupo de aliados, han sacado los temas que el Ejecutivo ha ordenado. Mientas tanto los otros parecen dormir el sueño de los justos, con algunos visos de alguno que otro parlamentario, pero que simplemente su discurso no ha cuajado.
Incluso, el acuerdo para que el PRI presidiera la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, se vio como aquellas viejas componendas, donde el otrora poderoso partido hacia lo mismo. Sólo que ahora le regresaron un cumplido con el mismo sello de la casa. Esta era la vía para silenciar y ser cómplices del sistema a los partidos de oposición.

Por lo que acusar de socialista, comunista o populista al Presidente, simplemente no ha servido de nada, así como tampoco su comparación con líderes autoritarios de otras latitudes del planeta. Porque pragmáticamente se tienen a un político de izquierda en el poder, pero teóricamente se formó en los subterfugios del mismo sistema que el viejo PRI consolidó durante años, y así gobierna.

Un Presidente formado como político, con un discurso fuerte, aquel que arenga y mueve a las masas, el que les habla a sus electores porque sabe que no le van a fallar. Polariza para obtener dividendos, mientras sus adversarios se enfrascan en posiciones estériles y desarticuladas.

Un político que siguió una estrategia definida, lo mismo le dio victorias que derrotas; pero nunca cambio su posicionamiento a eso se le llama perseverancia y hoy lo tiene en lo más alto, nos guste o no. Cosa que los demás políticos no han entendido.

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