05 agosto, 2019
La semana pasada fue de números: crecimiento económico, ingreso de las familias, remesas; cifras que lejos de brindar certeza, provocan más dudas.
En mi columna del jueves anterior, comentaba que el crecimiento de 4.4 por ciento no se leía tan impactante si se consideraba que en los últimos tres trimestres del 2018 la tendencia de la economía tlaxcalteca fue a la baja.
Ahora, el tema del ingreso familiar causó muchos cuestionamientos porque para muchos de nuestros hogares parecería lejana la cifra de 40 mil 301 pesos trimestrales, 13 mil 433.66 pesos al mes 447.78 pesos diarios.
Sí, si lo reducimos a la cantidad diaria, la cantidad ya no resulta exorbitante; aún así, es claro que para cerca de 645 mil 800 familias tlaxcaltecas es inalcanzable, quienes según el más reciente dato del Consejo Nacional para la Evaluación de Política Pública (Coneval) viven en pobreza en la entidad.
Familias que no llegan a costear entre mil 100 y mil 500 pesos que cuesta la canasta alimentaria básica, quienes, además, también tienen al menos una carencia social (educación, salud, vivienda, seguridad social, servicios básicos y alimentación).
En 10 años, la cifra se redujo en 6.1 por ciento y aún falta mucho por hacer. No queda más que confiar en que Supérate, el programa que impulsará el gobierno de Marco Mena, tenga una incidencia real y no quede en paliativos como lo han hecho muchos otros programas sociales.
Los 40 mil pesos trimestrales también llevan a preguntarse cuánto ganan quienes más ingresos tienen y cuánto quienes menos perciben, a fin de conocer el grado de desigualdad entre la sociedad tlaxcalteca.
Por último, es irónico cómo el municipio que más remesas recibió durante el primer semestre de esta año fuera Apizaco, 30.5 millones de dólares. La paradoja viene de la malla antimigrantes que colocaron vecinos del Albergue de la Sagrada Familia, con apoyo del ayuntamiento; les rechazan aún cuando es evidente que las familias apizaquenses se han beneficiado de este tránsito.
Como decía, los números provocan cierta incredulidad. Son cifras reales para realidades diferentes. Para los gobiernos, un panorama de lo que aún falta por hacer, un incentivo y, en el caso de las remesas, una llamada de atención.
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