Sergio Flores corta oreja a ¡Qué Bonito! en la Plaza México

11 diciembre, 2017

Una fascinación acomplejada por los diestros extranjeros envuelve hace décadas al empresariado mexicano, primero al duopolio -23 años- y ahora al monopolio -dos temporadas-, aunque esos importados disten de ser imán de taquilla o desplieguen entrega, rivalicen y den espectáculo, no obstante los honorarios y las ventajas de que echan mano. Lo peor de todo es que le quitan puestos y posibilidad de consolidarse a los buenos toreros del país, reducidos a ilegales en su propia tierra.

En la cuarta corrida hicieron el paseíllo el francés Sebastián Castella y el español Ginés Marín con los mexicanos Sergio Flores y Luis David Adame, para vérselas con un encierro bien presentado, pero deslucido de la ganadería de Xajay, propiedad del arquitecto Javier Sordo, uno de los nuevos empresarios de la Plaza México, junto con Alberto Bailléres, pero con criterios similares a los de sus insensibles antecesores: ofrecer una fiesta a su antojo, no al gusto de la afición. La prueba la volvimos a tener la gélida tarde de ayer, con un cartel que nadie pidió y que a muy pocos interesó.

Lo más destacado estuvo a cargo del tlaxcalteca Sergio Flores, con su segundo y sexto de la tarde. Qué bonito, precioso cárdeno claro con 495 kilos, muy bien armado, como sus hermanos, que sólo recibió un pujal puyazo fugaz en forma de ojal, dada, la debilidad que acusaron los anteriores. Fue un trasteo de tandas derechistas de tres o cuatro muletazos, a veces acompasados y a veces eléctricos, pero que permitió el lucimiento de ambos. Culminó con una entera muy trasera, pero efectiva, lo que provocó que buena parte del público demandara la oreja que fue concedida, luego de que hace ocho días soltaron dos por un bajonazo.

Fuente: La Jornada

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