14 febrero, 2016
Es indudable que las esperanzas del perredismo tlaxcalteca consideran ganar, por lo menos, entre 15 y 20 alcaldías en el proceso electoral de este año.
Son sus esperanzas. Sin embargo, en la realidad puede resultar difícil que logren sus metas. La causa: hambre y sed de poder de las diferentes tribus perredistas.
La escisión al interior del partido del sol azteca es tan severa y profunda que incluso puede tirar cualquier esperanza, tanto en los municipios como en la gubernatura.
Tanta es la desconfianza del perredismo, que en su Consejo Estatal Electivo, al más estilo de antro de mala muerte, los guaruras trabajaron duro para intimidar a más de uno.
Para desgracia de la democracia en general, y del perredismo en particular, los liderazgos obsoletos y anquilosados, se encargarán de enterrar cualquier posibilidad de triunfo.
Ya lo demostraron en su reunión de donde salieron 15 candidaturas, las pugnas son severas, y probablemente irreversibles para las aspiraciones de todo el perredismo.
Tan divididos están los amarrillo, que en algunos municipios será el Comité Ejecutivo Nacional de ese partido el que designe a los candidatos.
No se auguran buenos tiempos para el PRD. No a menos que los actores venzan su hambre de poder. La zozobra empieza a inundar al perredismo. Desgraciadamente lejos se ve que quieran cambiar sus intenciones.
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