25 febrero, 2016
Resultaría catastrófico para el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Tlaxcala, confirmar lo que es un secreto a voces: la venta de candidaturas en ese instituto.
Tiene toda la razón Clara Brugada Molina, incondicional de Andrés Manuel López Obrador, cuando señala que Morena podría capitalizar el hartazgo ciudadano hacia los “partidos tradicionales”.
Ella, que está “a cargo de las candidaturas” y que es la “responsable de que todo esto se lleve a cabo como debe ser”, tiene, sin embargo, una pequeña dificultad.
Desconoce lo que es reguero de pólvora entre algunos candidatos de ese partido a diferentes cargos de elección popular: Ernesto Encinas estaría vendiendo candidaturas.
Lo grave de la anécdota es la propia declaración de Brugadas: “¿El hermano de Encinas aquí?… No, por favor no”.
Por eso retó a los morenistas a que si en efecto al interior de Morena se realiza esta práctica quede demostrado.
La reacción de sorpresa en Brugada Molina, cuando fue cuestionada al respecto sólo puede revelar dos cosas: o qué ella desconoce de una práctica alterna, o que no está informada de quiénes operan en Tlaxcala.
Y si bien es cierto que un señalamiento de esta envergadura debe ser comprobado, también es cierto que debe provocar una exhaustiva investigación al interior del partido.
El resultado solo puede derivar en dos vertientes: sancionar a quien busque desestabilizar al partido o demostrar que en Morena, las cosas “se hacen como deben hacerse”.
De no hacerse la investigación interna, seguirá creciendo el rumor y se comprobará lo que dice la sabiduría popular: “si el río suena, es porque agua lleva”.