Opinión: Vanguardia/ Índex Feu/ Edgar R. Conde

03 julio, 2015

Tras la llamada “concurrencia de elecciones”, impulsada por el Partido Acción Nacional en la reforma política del estado de Tlaxcala, se esconde un mensaje con doble sentido: la reelección.

En voz del dirigente estatal de ese instituto político, Carlos Carreón Mejía, le apuesta a la reelección en cargos de elección popular.

De otra manera no se habría aventurado a decir: “estamos satisfechos con la reforma […], creemos que es una propuesta vanguardista en la materia, que también se profesionalice el servicio público y que los ciudadanos evalúen a través del voto, si el alcalde, el diputado o el presidente de comunidad están realizando un buen trabajo”.

Desafortunadamente para dicha “propuesta vanguardista”, Tlaxcala ha sido terreno más que propicio para que mediante la legalidad o mediante recursos aparentemente legales, los políticos busquen permanecer en el poder.

Volteemos un poco hacia la historia y reciente y encontraremos el caso del ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, quien pretendió perpetuarse en el poder a través de su entonces esposa María del Carmen Ramírez.

Más recientemente, aunque con unas formas un poco más respetuosas, el también ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz, impulsa a su hermano Serafín para que repita en el cargo.

Con esta reforma, se abre la puerta para que los profesionales de la política puedan acceder, ahora sí, a permanecer en el cargo hasta por dos periodos consecutivos.

Y si bien es cierto que la concurrencia de elecciones reducirá el desgaste ciudadano, probablemente ese sea el punto menos impactante de esta reforma que impulsó el PAN a cambio de reducir de 32 a 25 diputados para integrar el Congreso de Tlaxcala.
Ya estaremos viendo en breve el resultado de esta “propuesta vanguardista”, que por cierto, en su momento, combatió Francisco I. Madero al proponer la leyenda que hasta le fecha está presente en todos los documentos gubernamentales oficiales: “Sufragio efectivo. No reelección”.

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