Opinión: Oscuridad/ Índex Feu/ Edgar R. Conde

02 julio, 2015

La versión más repudiada del priísmo tiene nombre y rostro: Héctor Martínez García.

Con una actitud rayana en delincuencial, fuera de tiempo y forma, el secretario parlamentario del Congreso de Tlaxcala ingresó el informe de resultados de los 106 entes públicos fiscalizables que presentó a destiempo el Órgano de Fiscalización Superior.

La entrega de documentación, durante horas de la madrugada, según reporta Javier Conde (www.indicemedia.com.mx/2015/07/se-esconde-auditor-superior-para-entregar-informe-de-resultado-2014/) se da exactamente un mes después del tiempo constitucional en el que el Órgano de Fiscalización Superior del Congreso de Tlaxcala, debió cumplir con su obligación.

En su calidad de Representante Popular, Héctor Martínez García está obligado a explicar muchas cosas.
¿Qué ley faculta al Secretario Parlamentario para violar una disposición legal en la que se establece como el último día de este trámite el 31 de mayo?

¿Qué acuerdo hay entre el Secretario Parlamentario y el todavía auditor del OFS, para que el primero expusiera su reputación a cambio de salvar un trámite administrativo del segundo?
¿El Secretario Parlamentario actuó motu proprio, o recibió indicaciones directas de la coordinación legislativa de su partido o incluso de la dirigencia del PRI estatal?

¿Qué interés mueve a Héctor Martínez para que en plena madrugada, en la que se discutía la Reforma Política del Estado, prefiriera ayudar a Crispín Corona Gutiérrez en lugar de cumplir con su encomienda legislativa?

¿Por qué, si Héctor Martínez sabía que había gente en el edificio que delataría este hecho, incluso modificó la hora de recepción de los documentos?
¿Qué consecuencias políticas conlleva este escándalo que mancha todavía más la honorabilidad de la Tribuna más alta de la entidad?

Sin demora, sin pretextos, y sin argucias legaloides, el diputado Héctor Martínez está obligado a aclarar este desliz que no sólo afecta a su imagen o la de su partido, sino sobre todo lastima la imagen de uno de los Poderes del Estado de Tlaxcala.

Y sólo así, podrá lavar la imagen que se ha creado: ser el rostro más repudiado del priísmo.

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