10 julio, 2015
* Las sagradas escrituras fueron utilizadas como arma para golpearse entre feligreses de Ayometla.
JAVIER CONDE
Ayer, el libro de libros, fue utilizado entre feligreses de Ayometla para golpearse entre ellos y hasta defender su religión, sus creencias, su fe. La Biblia fue utilizada por los lugareños en medio de una “Guerra Santa”, donde los ángeles y demonios también tuvieron su propio batalla.
El atrio de dicha iglesia enclavada en el sur del estado fue el escenario de una cruenta batalla más. La tercera del año. Y es que el párroco René Hernández Juárez, intentó reabrir el templo, lo que desencadenó la euforia de aquellos a los que su presencia les irrita.
Algunos reporteros testigos de los hechos relatan que varios feligreses portaban en mano las sagradas escrituras y que con la misma se defendían de los manotazos, mientras que otros la llevaban en su manos en todo lo alto.
Testigos presenciales resaltan que otros feligreses con los músculos de su rostro contraídos llevaban también en sus manos crucifijos para defenderse de la agresión.
Lo cierto, es que el libro de la Biblia lo utilizaron, incluso, hasta para golpearse entre ellos y con las mismas santas escrituras agredieron verbalmente a dos reporteros -de La Jornada de Oriente y El Sol de Tlaxcala- al grito: ¡Váyanse demonios, salgan de aquí!…
Otra agresión sufrieron los reporteros de TV Azteca Puebla, a quienes los seguidores del párroco les quitaron sus aparatos celulares. Por varios minutos fueron amagados; después de 20 minutos a los trabajadores de esta televisora les fueron regresados sus móviles.
En la escena de la “Guerra Santa”, así como la bautizaron los propios periodistas, los policías tuvieron que poner orden. Los toletes, los gases lacrimógenos, las sirenas, las patrullas, las negras armaduras, los policías fueron parte de la escena,
Y aquellos mismos reporteros que presenciaron la bochornosa escena dicen que los feligreses parecían “poseídos” por la rabia, por el cólera, por la adrenalina.
Aquí, esa misma batalla entre los ángeles y demonios mostró que la ambición por los puestos eclesiásticos, es más fuerte que la razón.
En dos horas que duró la batalla, los dimes y diretes, la constante intimidación a los reporteros que cubrieron la golpiza, se demostró la ineficacia de las autoridades religiosos para resolver un problema que lleva más de tres meses.
En medio de gritos, cartulinas con señales de protesta y un impresionante operativo de seguridad tuvo que ser rescatado el cura que ha logrado dividir a un pueblo, pero que tiene el respaldo del máximo jerarca de la iglesia católica en Tlaxcala.
El hecho, es que este jueves habitantes de Ayometla, vivieron minutos intensos, bajo los rayos incesantes del sol que golpeaban aquellas caras irritadas, que no daba tregua a la paz.
De lo anterior, un reportero le preguntó al obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón que si los inconformes merecían la excomunión, y éste respondió que su actuar va contra las leyes de Dios.
Sin embargo, en las calles de Santa Catarina Ayometla, aquellos mismos ángeles y demonios están dispuestos a enfrascarse en otra batalla para imponer su ley, la del bien y el mal.
Pero lo que su es real, es que los garrotes, los puñetazos, las palabras altisonantes aparecieron en la Casa de Dios. Y esto nos obligaba a recordar lo que algún día Jesucristo expresó y que está plasmado en las Santas Escrituras.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados.
Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas.
Y dijo a los vendedores de palomas: “¡Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”!… Sus discípulos se acordaron que está escrito: “El celo de tu casa me devora”.
El hecho es que en el templo de Ayometla, no había bueyes, ni ovejas, ni palomas, pero su actuar fue como el de unas bestias, poseídas por la irá y en ese lugar jamás existió respeto alguno a la palabra del Creador.