04 agosto, 2013
* En entrevista señala que le ruega a Dios que lo ayuden en esta nueva faceta.
* Confía que gobernará Apizaco, una que vez el TEPJF ratifique su supuesto triunfo.
Por Javier Conde
En la recta final de un camino y en el inicio de otro, Rafael Ortega afirma que espera sólo el momento para partir plaza como político y tomar un nuevo rumbo ya sin el capote, sin el traje de luces ya sin desafiar al toro a la vida y a la muerte.
Enfundado en un traje de torero de color azul rey, en esa indumentaria con bordados de hilo de oro y una cruz en ese corbatín negro, el matador acepta antes de iniciar la corrida de toros en La Taurina de Huamantla que está nervioso.
Con su montera sobre la cabeza y la clásica coleta que muy pronto se cortará, el apizaquense rememora que hace 22 años inició su carreta de matador de toros justamente en este tradicional coso donde ha tenido triunfos y fracasos.
En el patio de cuadrillas, donde el humo de un puro Cohíba ondea, donde hay incrustadas imágenes de Jesucristo y de la Virgen de Guadalupe en una pequeña capilla, Ortega Blancas, se sincera y decide hablar hasta de política.
Sobre su triunfo en Apizaco como alcalde señala que pronto comenzará a trabajar en el Plan de Desarrollo Municipal, aún cuando sabe que su triunfo ha sido impugnado por el PAN, que lo acusa que junto con el PRI cometieron un fraude.
Ortega quien ha triunfado en las plazas más importantes del país, tomó la alternativa el 23 de diciembre de 1990, siendo su padrino Manolo Arruza y su testigo David Silveti, lidiando a “Brillantito”, ejemplar de la ganadería de Reyes Huerta.
La charla con el torero transcurrió rodeado de subalternos, de varilargueros, de zapatillas de torero, de taleguillas, de castoreños, de medias de seda color rosa y de flores blancas.
Y luego vendrían las preguntas de un reportero y las respuestas de un torero enfundado en político moderno:
– ¿Qué sentimiento tiene en este momento que marca el inicio de su despedida?
-“Efectivamente será mi último paseíllo por esta plaza donde hace 22 años inicie mi carrera como torero, como novillero… me viene a la mente esos momentos que pase aquí, sin duda, hubo muchas tardes de éxitos y fracasos”.
-Ahora todo lo deja por la política, se le arguye.
-“Ahora iniciamos un camino importante, una etapa nueva y deseo que ya llegue ese momento para partir plaza como político y como presidente municipal… Deseo regresar un poco a toda esa gente que ha confiado en mi”.
Los minutos seguían y el momento de entrar al ruedo donde lidiaría a los astados “Busca Mañana” y a “Canta Mañana” de la ganadería de Manuel de Haro muy pronto llegaría.
– ¿Espera que esta tarde haya algún incidente en lo político?
– “Estoy preocupado por lo que pase en el ruedo nada más”, responde tajante.
“Lo que pase arriba, en el graderío cada quien es libre de expresarse libremente y debo decirlo estoy con la boca seca, con el nervio como pasa en un patio de cuadrillas, con la zozobra que hay en cada corrida, no por el tema político”.
-¿Por qué vestirse hoy de azul y no verde, blanco o rojo?…
-“ Porque son de los colores que siempre he gustado llevar en tardes importantes… los verdes o rojos los he usado muy poco, pero hoy me nació ponerme este vestido”.
– ¿No hay nada personal al vestirse de azul? ¿No es un mensaje subliminal?
– “No, no para nada, ante todo soy un torero, soy un profesional y debo decir que es una tarde muy importante en mi carrera”.
– A Rafael Ortega se le ha criticado por la decisión que iniciar en esta plaza su retiro como torero, pero sobre todo por hacerlo en medio de un conflicto postelectoral ¿Esto le afectará?
-“No para nada… esta decisión la tomamos después de las elecciones del siete de julio, donde la gente votó por mi y bueno el torear este sábado en una feria importante para mi es un halago”.
– ¿Rafael Ortega a quién se encomienda en esa tarde?
– “Desde luego me encomiendo a todos los santos, tengo un relicario hermoso que ha sido, prácticamente hecho con todos los buenos sentimientos hechos a lo largo de mi carrera”.
El primer espada a quien la afición le pedía continuamente una fotografía, en esa tarde de toros saludaba a lo lejos a sus adversarios taurinos Jerónimo y al español Sergio Aguilar.
– ¿También desea cerrar una carrera con éxito como político?
– “También, tenemos que ser creyentes y pedirle a Dios que nos ayude como político y en todo”.
– ¿Espera tener éxito en esta tarde como lo tuvo el día de las elecciones?
– “Ahorita lo político está apartado, ahorita soy torero y tengo ganas de triunfar en esta tarde”.
-¿Podría regresar Rafael Ortega a los ruedos en unos años más?
-No regresaré más a los ruedos, espero torear unas diez corridas más, aunque hay otras propuestas”.
-¿Preparado para iniciar una nueva etapa como alcalde?…
– “Así es, esperamos iniciarla en año nuevo, estoy muy ilusionado y tengo cinco meses para preparar mi equipo porque deseo hacer el Apizaco que todos queremos”.
De paso confía en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), le dará la razón porque desde su parecer ganó limpiamente al panista Jorge Luis Vázquez Rodríguez con una diferencia mínima de siete votos.
Deduce que en una plaza de toros, nunca reinan los colores partidistas sino solamente la gloria de Dios. “Lo importante es que la gente se vista de un recuerdo bonito, de la despedida de Rafael Ortega como torero”.
– ¿A quién le brinda esta tarde de toros?
– “Desde luego a Dios, a mis padres, a mis hermanos, a mi familia, a mis seguidores, al pueblo de Tlaxcala”.
– ¿ A los priístas no?- se le inquiere.
– “A bueno, tengo algunos amigos (dentro del PRI), pero ahorita se la dedicaré a la gente que ha estado conmigo a lo largo de 22 años como torero”.
Y una vez que le cortó las dos orejas y rabo al segundo del lote de la ganadería de Manuel de Haro, Rafael Ortega, visiblemente cansado salió en hombros de la plaza de toros “La Taurina”.
En plena calle uno que otro transeúnte lo ovacionó y ya en la casa del alcalde panista electo de Huamantla, Alejandro Aguilar López, donde se enfundó –tres horas antes del festejo- dialogó nuevamente con este reportero.
En este sentido, reconoce la madurez política de los panistas al no hacer alguna manifestación en su contra y los convoca a privilegiar la razón y el Estado de Derecho, una vez que los tribunales emitan un fallo.
Y ya sin el glamur, sin la salutación, sin los honores que produce la fama de un torero, Rafael Ortega caminó por un pasillo, subió unas escaleras y volvió a ser un hombre igual que los demás.