24 marzo, 2013
* Lo inevitable ante una desgracia.
Por JAVIER CONDE/ CRÓNICA III
Todos los accesos a la zona del silencio estaban cerrados. El operativo policiaco y militar, seguía. Eras las 16:45 horas de este viernes doloroso. Este es un retrato hablado de lo que ocurrió sobre aquel camino.
Por todos lados, la gente cuchicheaba, murmuraba. Este cronista acompañado por una periodista caminaba por donde ocurrió la explosión. Ahí, nos encontramos al alcalde Javier Quiroz Macías, charlamos con él sobre lo ocurrido.
El presidente de Nativitas, nos decía que el desastre fue mayor, que el gobierno estatal y federal, ya habían tomado control de la situación. Pese a ello, el munícipe decía que su obligación debía estar con los damnificados, con los deudos.
La conversación no duró más que cinco minutos. Miramos hacía la zona del silencio. Hubo la oportunidad de colarse en el momento en que alcalde era solicitado por unos guardias militares. Ahí, ambos reporteros nos escabullimos.
¿Una camioneta explotó?…
Lo primero que vimos fue una camioneta blanca sacudida por la explosión. Los vidrios estaban rotos. 15 metros más adelante otra unidad de tres toneladas con el mismo rasgo, lo mismo que un automóvil modelo Sentra, Nissan.
Y sobre el piso, había charcos de sangre, varas y más varas de aquellos cohetones mortales. Seis hojas. Cada una decía cadáver. Ahí, no había llanto sólo un profundo silencio.
Los peritos seguían con su labor. Hasta en las azoteas de casas aledañas a la zona del accidente andaban buscando restos humanos. Vaya infortunio, hasta en los manteados y los árboles había parte de los cuerpos.
Y qué decir de los mirones muchos se sentían víctimas sin serlo; otros contaban su propia historia, cuando no estuvieron presentes; otros sólo eran eso mirones y nada más.
Sin embargo, algunos medios de comunicación decían que la camioneta blanca había explotado con miles de cohetones. Tres veces recorrí la zona afectada y jamás observé unidad que estuviera totalmente destruida como decían.
La duda, la apunté y decidí sacar imágenes de este lugar, donde los cuerpos habían sido trasladados al Servicio Médico Forense (Semefo), de la capital del estado. Ninguna autoridad militar o policial se opuso.
El otro viacrucis…
A las 17:30 horas, sólo había huellas de este fatídico suceso; a esa misma hora, se quitaba el cordón de seguridad y esos mismo mirones sacaban fotos y video como si fueran hienas, buitres. Sus miradas, eran pecaminosas.
De las seis o siete casas que hay en el área donde ocurrió el siniestro sólo la de doña Guadalupe resultó con el portón caído y los vidrios rotos. Se dice los hijos de la mujer anciana fueron los primeros en ayudar a los heridos.
Con tablones, en bateas de camionetas, a hombros, en los brazos se llevaban a los heridos, mientras que otros de los devotos de Jesús de los Tres Caminos, se quedaban a llorarle a sus muertos, sí a llorarle a sus muertos.