22 marzo, 2013
Escribe JAVIER CONDE GUTIÉRREZ
Simplemente, las cosas en el terreno electoral se van amarrando entre las principales fuerzas políticas de la entidad. El PRI y el PVEM ya solicitaron a la autoridad electoral su registro para formalizar la coalición “Bienestar para Todos”.
Mientras que el PRD y PAN sólo formalizarán coaliciones en varios municipios del estado. Lo cierto, es que dichas estrategias sólo vienen a comprobar que un beneficio real para la ciudadanía no buscan, sino sólo tratan de satisfacer sus necesidades de grupo y hasta personales.
Ya lo decía el ex gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya, que las alianzas o coaliciones no han servido de nada para la ciudadanía sino por el contrario los integrantes de la cotizada “chiquillada” (PVEM, PAC, PS, PANAL y PT), son quienes más raja política han sacado.
Y vaya que tiene razón, en las declaraciones que dio a este medio de comunicación el exmandatario cuando señala que esa misma “chiquillada” se enamoró del poder, dejando atrás la esencia real de las coaliciones y las alianzas.
Por ello, los amarres que hagan los partidos políticos para las elecciones del siete de julio, sólo servirán para acceder al poder con candidatos que no tienen ideología ni arraigo político, así como para saciar sus parcelas de poder con la distribución de direcciones en los ayuntamientos.
Otro ejemplo de la hambruna política, es que el ex gobernador de Tlaxcala, Héctor Ortiz Ortiz ahora sólo es un “cacha-aspirantes” y posteriormente un “cacha-votos” para mantener sus parcelas de poder y así lograr colocar a su hermano Serafín como diputado local.
Mientras que en el caso del PRI, PAN y PRD, buscan el control del Congreso del Estado, por dos razones fundamentales. Por ejemplo, los priístas saben que es importante que Mariano González Zarur, actual mandatario tenga el control de la cámara.
En tanto, los perredistas y panistas buscan derrocar políticamente al gobernador a través de posiciones en la próxima legislatura local y por esta razón, necesitan a la amorosa “chiquillada” para lograr su fin. Por ello, las principales fuerzas políticas ven como un mal necesario a los partidos pequeños -que no deberían de existir- para lograr sus artimañas.