EL MIEDO AMBIENTE

25 julio, 2012

Escribe ALEXIA BARIOS G.

Guillermo Samperio, uno de los legendarios exponentes de la onda, tituló “El miedo ambiente y otros miedos” a unos de sus cuentos clásicos publicados allá por 1977. Lo traigo a colación porque así puede sintetizarse el ambiente mediático que está generándose con la construcción del medio colectivo ante el incremento, evidente, de la inseguridad en todo el país y, especialmente, a la tentación autoritaria de quienes están subiéndose al movimiento #YoSoy132.

No es una situación nueva para los mexicanos. Desde hace varios años, distintas generaciones, han sufrido los embates del miedo, algunas veces inducido y otras no tanto. El miedo a la libertad, el miedo al cambio de régimen, el miedo a los revolucionarios, el miedo a los comunistas, el miedo a los cristeros, el miedo a los estudiantes, el miedo a los guerrilleros, el miedo a las camisas rojas, el miedo al yunque, el miedo a los terremotos, el miedo a las movilizaciones, el miedo colectivo que desde siempre nos ha acompañado.

Sin embargo, desde hace más de tres décadas el miedo se ha transformado en nuestro país. Porque son los miedos individuales y familiares los que se han apoderado de la colectividad. Son los miedos acumulados, uno tras otro, a lo largo de la peor crisis económica que ha padecido nuestro país y de la que, pese a la recuperación de unos cuantos, la mayoría sigue padeciéndola. Son los miedos consecuencia de la consecuencia de quienes han encontrado en el crimen organizado el mejor mecanismo para ascender en la escala social y para obtener dividendos inmediatos, sin importar que sea a base de muertes y violencia.

Es el miedo de la crisis de la globalización económica. Es el miedo al que ninguna sociedad debe someterse. Porque este el miedo tiende a convertirnos en rehenes de quienes quieren vernos sometidos, espantados y aislados. Es el miedo que sigue imponiéndose como régimen generador de un nuevo tipo de economía, de nuevos pactos sociales y de urbanidad.

El miedo que impone la obligación de tener protecciones en nuestras puertas, comprar seguros de todo tipo hasta para los secuestros. El que nos obliga a garantizar la seguridad de los hijos en los colegios privados, donde supuestamente no ingresan drogas ni armas, y donde no faltan los maestros. El miedo que ha instalado en los pueblos, colonias y barrios zonas habitaciones segregadas del resto de la comunidad, “por seguridad”.

El miedo que ha obligado a las mercaderías a atrincherarse para no ser asaltados. Es el miedo que impulsa un nuevo régimen jurídico que criminaliza todo y atenta a la libre organización y a la libertad individual. El miedo que han aceptado poblaciones enteras en el país consideradas “plazas” de los cárteles de la droga.

El miedo que se ha apoderado de medios de comunicación Tamaulipas, Veracruz, Nuevo León, entre otros, que han omitido por “seguridad a sus vidas” no publicar nada sobre los cárteles de la droga y sus vínculos con políticos, policías y militares. El miedo que ha matado periodistas, no sólo “muertes físicas” sino muertes éticas, porque tienen temor a ser ejecutados por sicarios a sueldo.

Es el miedo que todos producimos día con día y que hemos hallado en los malos de enfrente a los culpables y en las autoridades a las encargadas de resolverlo.

Es el miedo que genera una economía sobre la devastada economía nacional y que no sabemos cuantificar sus dimensiones. Es el miedo que nos aísla con la segregación residencial. El miedo como una industria de grandes dimensiones que no sabemos cómo controlar ni como erradicar, mientras todos los días veamos y testifiquemos los horrores de que somos capaces los seres humanos.

Es también el miedo a que los movimientos sociales, auténticos como #YoSoy132 repitan los esquemas de los regímenes autoritarios y quieran “pacíficamente” enfocar sus baterías sólo sobre un sector de opinadores de la televisión privada. Son quienes se han montado en desplantes de intolerancia en las calles y en las redes sociales y quisieran que las voces y opiniones fueran sólo aquellas que mejor les acomodan. La tentación autoritaria está en todas partes, no hay duda.

El desafío de la inseguridad, de la narcoviolencia y de las  limitaciones de los cuerpos de seguridad en el país, sin duda, amerita una reflexión mayor, pues en este momento, en varios lados se están dando ajustes de todo tipo en los altos mandos. Se desconoce qué tipo de medidas irán a realizarse para contener esa guerra que deja más muertos que los campos de batalla en Irak; pero también para fortalecer estas tareas, se debe empezar por romper el miedo individual, el miedo colectivo, el miedo ambiente que nos rodea.

En esto, todos, no sólo los medios de comunicación, tenemos que hacer una amplia reflexión sobre qué papel jugar para revertir esta tendencia que cada día crece más y a la que nos estamos peligrosamente acostumbrando.

alexiabarriossendero@gmail.com

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