13 julio, 2012
Escribe CLAUDIO CIRIO ROMERO
A todos los trabajadores de la CAIPTLAX, por su apoyo en este año y medio.
Los Cuadernos de transparencia que viene publicando el IFAI son una verdadera ayuda para adentrarse a temas a veces tan especializados que parecieran inaccesibles para una persona común.
El más reciente de ellos, el número 19, lo confirma al abordar un tema tan complejo por delicado en las sociedades de hoy, identificadas con el signo del híperconsumo. Alejandro Calvillo Unna, con toda la paciencia que se necesita para elaborar un texto de divulgación, presenta un trabajo que desde el título ya suena interesante: El acceso a la información en la sociedad de consumo: de la comida chatarra a los productos milagro.
Cosa que se confirma con su lectura. Principiando por la afirmación mediante un sencillo esquema de que ahora el consumo es resultado de cómo la producción genera necesidades y no a la inversa como fue antes.
El presidente de la organización civil El Poder del Consumidor, A.C. (www.elpoderdelconsumidor.org) nos conduce a una sencilla revisión de cómo el “éxito” de la comida chatarra y los productos milagro está fincado en el contubernio que la legislación permite entre los medios de comunicación y los fabricantes. Cómo es que vilmente se engaña a la población desde el camuflaje en la información de las etiquetas hasta la implementación de una publicidad que captura a sus víctimas estrictamente desde la infancia.
Sin ambages señala Alejandro Calvillo que “aunque muy rara vez leemos las etiquetas”, las mismas, como requisito comercial, “no están diseñadas para que los consumidores comunes podamos entenderlas”. Los ejemplos que maneja son contundentes para demostrar cómo se manipula por ejemplo el factor competitivo-adictivo que tenemos al seleccionar un producto y que las etiquetas ocultan. El caso de que necesitamos realizar una operación aritmética para identificar que una coca cola de 600 mililitros contiene unas doce cucharadas de azúcar es sólo uno. Me parece que debemos considerar dramático, por las consecuencias en materia de salud pública que implica, que “En México, nos mantenemos sin el derecho a saber qué tanto jugo tienen los néctares, la bebida de fruta más vendida por Del Valle.”
De ahí que proponga se utilice el formulismo tipo “semáforo”, como “un etiquetado verdaderamente orientador” consistente en círculos de colores “Alto, medio y bajo” en por lo menos cuatro ingredientes: azúcar, grasas totales, grasas saturadas y sodio.
Alerta, sin aspavientos el trabajo de Calvillo, de manera importante el caso de los niños como presas de los publicistas, principalmente en lo referente a la comida chatarra. La cual sigue una lógica clara: “se aborda al individuo cuando más indefenso es…” Violando dos de los derechos de los niños, el que tienen a “la salud, ya que contribuye al deterioro de sus hábitos alimentarios y a la información fidedigna dado que se los engaña”.
En complicidad con los mass media, principalmente la televisión, en México el niño “presencia más de 12 mil anuncios (de comida chatarra) por año” Utilizar premios o personajes reales o ficticios cercanos a los infantes son verdaderos ganchos para que se dé lo que los especialistas llaman el Neg Factor (factor fastidio) que es la insistencia del niño a sus mayores de que le compren un producto; dice un estudio en Estados Unidos que entre el 20 y 40 % de las compras son resultado de este.
Y eso es sólo un poco de lo que se aborda respecto a los alimentos. El caso de los “productos milagro” tiene la misma complejidad en las aristas que lo componen para que sea un verdadero negocio. Negocio que no es sólo de los fabricantes de los mismos sino de las empresas que los anuncian.
Lamentablemente en México el caso de la alianza firmada en 2009 entre Genoma Lab y Televisa, lo podemos ver como ilustrativo. Dice este sociólogo con estudios de filosofía que en casos como el de “Adela Micha y Cicraticure” “Además del engaño publicitario, hay que destacar las frases «desvanece los terribles pliegues cerca de los ojos» y «dejemos de sufrir». Dichos asertos presentan la madurez y la vejez como algo terrible que obligadamente nos lleva a sufrir.”
Estas notas un poco apuradas las traemos a cuento porque el viernes 13 de julio en el Colegio de Tlaxcala se presenta este material tan importante para la reflexión de nuestro de derecho a saber y su incidencia en nuestro derecho a una vida de calidad. Con el apoyo del propio IFAI la CAIPTLAX organiza este tipo de actividades académicas para cumplir con su obligación de difundir la cultura de la transparencia.
Ojalá y muchos pudieran leerlo, preocuparse un poco por informase y ocuparse en ello sobre todo en beneficio de sus hijos.
ccirior@caip-tlax.org.mxtwiter: @ccirior