15 abril, 2012
Escribe SAMANTHA CONDE HUERTA
¿Quién ha tomado el control de nuestras vidas? ¿La iglesia? ¿Nosotros mismos? O quizá ¿el medio? Cierto es que en México desde hace muchos años la población se ha dejado manipular por quienes han logrado conocer sus debilidades y hoy en día la publicidad, sobre todo la publicidad en televisión ha generado un estado de inconsciencia, ignorancia y mediocridad que le obliga a consumir productos que no necesita.
En la televisión mexicana los comerciales que tienen mayor éxito en sus ventas publicitarias son los desodorantes como Axe e English Ladies, los cuales tienden a exagerar los beneficios de sus productos, vendiendo esperanzas y utopías, que los hacen aún más deseable, este tipo de mensajes comerciales visuales han tenido resultados impresionantes en la población joven de nuestro país, por lo que se considera de suma importancia conocer cómo funciona y los efectos directos e indirectos que tiene.
Hoy ciertos productos han causado polémica dentro de nuestra sociedad, pues exhiben desde un punto de vista denigrante tanto a hombres como mujeres haciéndoles quedar como simples objetos sexuales (a las féminas) o como animales irracionales (a los caballeros), lo que con razón ah causado el desagrado de unos y la idolatría de otros
Unilever como empresa ha tenido éxito en su publicidad debido a que el contenido de la misma pues existe una motivación relativamente coherente con su producto que además va dirigido solo a un sector de la sociedad, el cuál posee ciertas características que lo identifican de los demás, como la edad y obvio el sexo, lo que además permite la recordación del producto por dicho sector generando buenos resultados.
Por otro lado Genoma Lab, no ha podido conseguir lo que busca pues los contenidos que maneja su publicidad no tienen impacto sobre el publico que esta recibiendo el mensaje, al contrario los rechazan y los tachan de poco creativos; esto se debe en gran parte que la empresa no hizo una correcta investigación de mercado, buscando las necesidades actuales de la mujer mexicana, vendiéndole sexo y haciéndola quedar como un simple objeto sexual.
La televisión en nuestro país no nos permite analizar a fondo el contenido de la programación o de los mensajes publicitarios como lo hacen otros medios que le permiten al espectador ser un procesador más activo con la información lo que le permite evitar, ignorar y hasta cuestionar dichos mensajes, por lo tanto somos más susceptibles a la manipulación por información audiovisual que se nos presenta cn frecuencia en los medios masivos.
Para poder entender de manera clara como funcionan este tipo de mensajes es necesario hacer un estudio centrándonos en el consumidor, pues es quién define la actitud del producto mismo y permite su recordación. Por otro lado el producto también influye al consumidor y le sugiere un estilo de vida que inconscientemente está obligado a aceptar, pues se convierte en necesidad básica.
De acuerdo con las encuestas que realizaron Eduardo Torres y Juan Pablo Muñoz para un proyecto de publicidad exterior y cómo influye al consumidor, ni la edad, ni el sexo influyen en la recordación del producto, ni motiva al consumo del mismo, pues los factores que tienen efectos en el receptor del mensaje consisten en el grado o nivel que la persona lo recuerde sin importar su condición social, su edad o el sexo.
De cualquier manera el consumidor siempre será selectivo, por lo que él podrá elegir que producto usar de acurdo a sus necesidades y preferencias. Todos los individuos al formar parte de esta gran selva urbana utilizamos, propiedades, posesiones y productos como medio para satisfacer nuestras necesidades psicológicas y físicas, con el único fin de no permanecer aislado de los diferentes grupos sociales y lo logra imitándolos.
Las sociedades del siglo XXI están tan avanzadas que los medios de comunicación se han vuelto imprescindibles que más que aflorar la violencia catalogan de triviales ciertos aspectos de la vida, la mantienen pasiva y le impiden ver lo que existe a nuestro alrededor, para poder tener cierto control sobre nosotros y crearnos falsan necesidades.