11 abril, 2012
Escribe EDGAR R. CONDE CARMONA
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Apenas el lunes pasado, el analista Carlos Puig, destacaba el crecimiento que ha tenido en las últimas semanas la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
“El 30 de marzo, Andrés Manuel López Obrador tenía 11.1 de las preferencias brutas. La publicada el 7 de abril le da 16.6. Son 5 puntos y medio de ganancia. Muchos votos”, dice el columnista de Milenio Diario.
Ayer martes, otro analista político, Ricardo Alemán, de Excelsior puntualizó:
“A pesar de que en casi todas las encuestas el candidato de las llamadas ‘izquierdas’ se coloca a 30 puntos porcentuales del puntero en la contienda presidencial, lo cierto es que nadie —con dos dedos de frente— debe dar por muerto a Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué?”
“Porque si bien técnicamente resulta imposible remontar en sólo 80 días esa distancia abismal, aún se pueden producir combinaciones políticas que -en un caso extremo- podrían regresar la vida al tabasqueño”.
Lástima que en Tlaxcala, los operadores de Andrés Manuel estén tirando por la borda los resultados que a nivel nacional logre el denominado “candidato de las izquierdas”.
Es lunes, al medio día. A un costado de la casa del que esto escribe se detiene un automóvil, con placas del Distrito Federal. De él descienden una mujer y un hombre. Ven a un hombre sentado frente a su casa y le hacen un par de preguntas; es audible ¿Es usted el jefe de familia?
De inmediato, le entregan un kit con una bolsa de manta con el logotipo de Morena. No investigan más. Ignoran que aquel al que le dieron su kit padece un severo caso de drogadicción con solventes a pesar de que su rostro no lo oculta.
Se despiden de aquel hombre con “lo esperamos ver mañana”.
Tres minutos más tarde, se acerca mi vecino y me pide que lo ayude a llenar uno de los formularios que le dejaron. Es para formar el ejército de “defensores del voto” de Andrés Manuel López Obrador.
Hace seis años, uno de los aspectos que más lamentó López Obrador fue la falta de personas que vigilaran en las urnas. Pero las preguntas son obligadas: ¿no tienen un padrón?, ¿no saben con quién están tratando?, ¿sólo era un compromiso para justificar un trabajo o una meta?, ¿quién certifica que realmente se haga un verdadero trabajo estructurado?, ¿sabe el propio candidato de esta estrategia?
Es cierto, el resultado que obtenga en Tlaxcala, difícilmente impactará en el resultado nacional de Andrés Manuel López Obrador. Pero lo que menos se espera de los colaboradores del tabasqueño es una deslealtad de este tipo.
Más vale revisar la estrategia, no vaya a ser que así se haga a nivel nacional el reclutamiento de los vigilantes del voto. Porque, entonces, todo puede estar perdido.