23 abril, 2012
Escribe ALEXIA BARRIOS G.
En redes sociales, especialmente en Twitter, se ha desatado un linchamiento contra Enrique Peña Nieto por su negativa o silencio, que es lo mismo, a no acudir al debate que tiene emplazado el programa de Carmen Aristegui para el día 25 de abril. Demasiados insultos y demasiados lugares comunes que desde mi punto de vista no contribuyen en nada para elevar la expectativa de que dicho foro será de alta calidad y no un espacio para una emboscada en contra del priísta.
Lo mismo ocurrió exactamente hace seis años, cuando estaba programado un debate al que no acudiría Andrés Manuel López Obrador, en ese entonces puntero en las encuestas. Le llovieron insultos a diestra y siniestra en radio y televisión y en miles de correos basura que corrían para denigrarlo con ataques racistas, clasistas y muy insultantes.
Foto Reuters: 23 de abril de 2006: “El trauma de la silla vacía”, llamó La Jornada a la ausencia de AMLO en el primer debate hace seis años.
Es la estrategia de los propios candidatos punteros el administrar la agenda mediática a su conveniencia, salvo cuando hay comunicadores de mucho peso, como Carmen Aristegui o –aunque no nos guste ninguno de ellos- los de la mesa de Tercer Grado, que buscan generar la agenda y someter a los actores políticos para que acudan a sus espacios y bajo sus reglas.
Ahí depende de la capacidad de respuesta de los equipos de campaña de los punteros justificar su presencia o su ausencia. Y también, como ha sido el caso en otras situaciones similares, deberán saber el costo político-electoral de no acudir a un debate si no operaron a tiempo la forma de justificar la ausencia el rechazo a acudir a un foro de esta naturaleza.
En este sentido, y como ocurrió hace seis años cuando AMLO no quiso acudir al primer debate, sería muy positivo que los coordinadores de campaña de los candidatos del Movimiento Progresista (Ricardo Monreal) y del PAN (Luis Videgaray), acordaran con Carmen Aristegui –y quizá posteriormente con otros comunicadores que están organizando debates- se colocara una silla vacía con el nombre de Enrique Peña Nieto y, más aún, darle la palabra el tiempo para responder al igual que a los otros para que vean que hay equidad.
Ignoro las implicaciones jurídicas de esta propuesta, porque nomás no la encontré en el Cofipe, pero es una idea que están a tiempo de madurar.
Hace seis años, por cierto, quien llevó la voz cantante y quien más presionó para que se colocara una silla vacía fue la representante del PRI, la entonces legisladora Rosario Green.
Aunque mucho se especuló sobre los puntos que le quitó a AMLO el que no acudiera, el impacto visual fue tremendo y se ha considerado, a toro pasado, como un grave error el que no haya ido a enfrentar “la emboscada” de los entonces candidatos Roberto Madrazo y Felipe Calderón, los cuales ignoraron en sus debates al entonces puntero en las encuestas.
¿Pasará lo mismo como Enrique Peña Nieto? ¿Y, realmente, quién ganará en este debate sin EPN?
APOSTILLAS: Por cierto, hay que leer con sumo cuidado lo que hoy da a conocer María de las Heras: ¿Cómo votarán los mexicanos en 1° Julio?… según María de las Heras 7 millones 100 mil no quieren que gane el PAN y de esos 600 mil no han definido; 7 millones 200 mil no quieren que gane el PRI y de esos un millón 450 mil no han definido y 10 millones no quieren que gane el PRD de los cuales 700 mil no han definido el sentido de su voto. Muy interesante el universo de rechazo tanto del PRI como del PRD. Entonces podríamos preguntar, ¿Están EPN y AMLO muy por encima de sus partidos?
alexiabarriossendero@gmail.com