24 abril, 2012
LECCIÓN 4: LA TIENDA
Escribe EVA ESPINOSA
Cuando ya están destetadas las reses bravas, se agrupan por camadas en diferentes potreros en los que las cantidades de cada uno pueden variar en cada ganadería por diferentes razones como edad, número de nacencias, disponibilidad del terreno, criterio del ganadero, etc.
Los que se queden, tendrán en su habitat natural la crianza en libertad, ya que generalmente los potreros son extensos, de varias hectáreas, pastarán y además serán alimentados con las mejores selecciones de alfalfa, rastrojo, semillas, etc.
Así se desarrollarán hasta tener la edad reglamentaria, ya sea para novilladas o corridas de toros.
Para corridas de toros que sean lidiadas en plazas de Primera, de los que obtuvieron “buena nota de tienta” por su bravura, nobleza y otras características, se escogerán ejemplares que no solo tengan la edad, el peso y el trapío reglamentarios, sino que además no tengan defectos en su cornamenta, en alguna mano o pata, el rabo íntegro (ya que en ocasiones los coyotes o perros en jauría pueden mutilarlos cuando son recentales o becerros) y que estén sanos en general.
La tienta de las vaquillas.
Esta se realiza alrededor de los 2 años de edad, con la mirada del dueño de la ganadería escudriñando cada detalle del comportamiento de las hembras en cuanto a bravura, nobleza, si embiste desde larga distancia acudiendo al cite del torero, si es fija en la muleta o distraída, etc.
Se realiza en una pequeña plaza de toros que toda finca de ganado bravo tiene. También se prueba su bravura ante un picador, quien la pica con una puya pequeña.
Después se hace la faena de muleta por un torero, siempre bajo la observación y dirección del ganadero, quien realiza notas del comportamiento de las vaquillas en todo momento.
Con base en esto el ganadero decide si la vaquilla va a la reproducción o se elimina de su ganadería, enviándola directamente a un rastro para ser consumida como carne.
La tienta de machos.
Más o menos a la misma edad que las vaquillas, los machos se tientan. Se prueba su bravura sólo con el apoyo de un picador que se coloca en el extremo de la plaza de toros de la ganadería, que se encuentra justo en frente de la puerta de salida a dicha plaza.
Lo anterior, para ver si acude desde lejos hacia el caballo y el picador, se pica también con una puya pequeña en tres o más ocasiones en que se vuelve a colocar “a pié”, o sea, sin capotes ni muletas, al eral cerca de la puerta de chiqueros o toriles para que desde ahí nuevamente acuda al cite del picador.
También se evalúa si se queda peleando contra el caballo (que está protegido con un peto) o si se “escupe” de la suerte de varas, o sea, si al sentir la puya huye.
Si pasa la prueba seguirá criándose para ser lidiado o ser semental si las notas del ganadero son muy buenas y si no, será enviado también a un rastro para ser sacrificado para consumo de carne o para ser lidiado en algún festejo taurino en una plaza de poca importancia.
Esto de que a las hembras y machos que no pasen las pruebas se le envíe lo más pronto posible a un rastro se debe a que costaría mucho dinero seguirlos manteniendo.
Y es que la alimentación y cuidados son caros y su crianza como ganado de carne no sería conveniente porque ganan poco peso en mucho tiempo. Para eso existen las razas de carne (angus, indobrasil, chaorlais, etc), la raza de toros de lidia solo es conveniente explotando su natural bravura.
Es muy importante aclarar que todas estas faenas son apoyadas en gran medida por el Caporal de cada ganadería, quien se encarga directamente de vigilar la nacencia, los cuidados, alimentación, vacunación.
Así como la separación de los hatos en sus debidos potreros, protección de ataques de jaurías de perros y coyotes a los recentales, etc., siendo esta la razón de que algunas reses bravas “toleran” y hasta aprecian la presencia y convivencia con los Caporales que en España se llaman Mayorales.