PERSUASIONES

20 febrero, 2012

Escribe SAMANTHA CONDE HUERTA

Los medios masivos de comunicación han sido motivo de considerables conflictos en la historia de la humanidad, pues desde que surgieron no han dejado de generar constantes revoluciones sociales que generan cambios tanto positivos como negativos; dichos medios han logrado apoderarse de la consciencia del hombre y manipularla cuantas veces han querido.

En ocasiones, es tanta nuestra flojera por pensar, que nos dejamos llevar por lo que se nos dice a través de los diferentes medios; tenemos tanto miedo a salir de nuestra rutina que perdemos esa curiosidad que al principio caracterizo al hombre y con ella de la  misma forma nuestra razón perdió sentido para dejarse llevar por otros que tienen tan solo un poco de información extra que no nos atrevemos a buscar.

De acuerdo con muchas teorías, es nuestro inconsciente el que nos traiciona y permite que agentes externos puedan manipularnos, ya que estos se encargan de estudiar cómo reaccionamos ante cada estimulo con el fin de generar respuestas parecidas entre una cierta comunidad de personas.

Nuestra sociedad se caracteriza actualmente por adquirir o poseer actitudes estereotipadas que ya no permiten la sana convivencia entre personas, que alejan constantemente a un individuo de otro, lo hacen ser más egoísta y desinteresado por lo que ocurre con los demás integrantes de su mismo círculo social, lo cual ha generado constantes conflictos que impiden una correcta retroalimentación.

En muchas ocasiones, ante situaciones que no están dentro de nuestro control, tomamos actitudes o mecanismos de defensa generados por traumas que a su vez son influenciados por toda la manipulación que existe sobre nuestro entorno social. Por lo general, somos demasiado propensos a la manipulación e ignoramos que para la mercadotecnia somos tan sólo una presa fácil que compra productos porque los cree necesarios para poder vivir.

Es de suma importancia reconocer que somos seres independientes y autónomos, capaces de lograr cumplir hasta nuestros sueños más fantasiosos sin la necesidad de seguir patrones conductuales que amenacen en contra de nuestro propio criterio y nos tienten a permanecer en el estado de “confort” en el que hemos caído en la última década.

No dejemos que nos domine esa falsa carencia de lo que nos ofrecen “cada cinco minutos” en los medios masivos de comunicación, pues lo  que realmente vale la pena, no tiene precio alguno.

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