24 febrero, 2012
¿Igualitos?…
De plano, en la estructura de la administración estatal y en el PRI, hay preocupación por la ineptitud que han mostrado para gobernar los alcaldes de Huamantla y Tlaxcala, Carlos Ixtlapale Gómez y Pedro Pérez Lira, respectivamente.
Escándalo tras escándalo en ambos municipios, regaño tras regaño por parte del gobernador Mariano González Zarur, y los “flamantes” munícipes priístas no han entendido que es el ejercicio de la política mucho menos que es el significado de la palabra vergüenza.
Lo publicado en el Sol de Tlaxcala, durante esta semana pone en evidencia de que Pérez Lira ha hecho las cosas mal y ahora tendrá que responder por los señalamientos que se le imputan ante la Procuraduría General de la República.
En su mandato, el alcalde capitalino ha cometido exceso tras exceso. Ha incurrido en supuestos actos de nepotismo, en desvío de recursos a favor de candidatos del PRI (caso Eruviel Ávila), compra de camionetas de lujo, contratación de “guaruras” y hasta en líos de tipo pasional.
Sin embargo, no hay quien ponga quieto -dentro de su partido- a este muchacho creación de Lorena Cuéllar Cisneros quien terminó por traicionarla.
El Club de Toby
En el caso de Carlos Ixtlapale, es el mismo caso. Ha creado el “Club de Toby” y se la pasa gobernando en medio -dicen muchos- desde un bar llamado “El Samborcito”, ahí donde no hay ningún tipo de operativos policiacos, ni sanitarios. Las lenguas de doble filo rumoran que pasa de todo y no pasa nada.
De plano que este muchachón ha creado encono entre la sociedad y problema tras problema. Hay muchas versiones que señalan que quien gobierna Huamantla, es su padre el notario público, Carlos Ixtlapale Pérez.
Uno se preguntará, las actitudes de ambos alcaldes ¿no le contrarrestarán votos a los priístas en las próximas elecciones?… El pueblo tiene memoria y se acuerda de todo, más aún de los malos gobernantes.
Y por ello, ambos se han ganado el título en esta semana de “Los Vargitas”… Ustedes recordarán el personaje principal de la famosa película mexicana La Ley de Herodes. ¿Igualitos?…
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