13 febrero, 2012
Llévame a tus besos,
te seguiré los labios rojos
Como Miura enardecido.
En mi paso no dejó cenizas ni rezos
Mi corazón en estoque taurino clavado.
Desmembrando en tu cuerpo de Plaza y zona enrojecido.
Desconocido
Escribe EVA ESPINOSA
¿Qué es amor? Difícil pregunta de responder, hasta hoy creo que nadie ha podido dar un preciso significado de tan enigmática palabra.
Amor, un sentimiento, un deseo, un anhelo, una vida, una realidad, una pasión, en fin son tantas las palabras que hemos intentado emplear para describir algo que para mi es indescriptible. Simplemente es una cuestión de sentir.
Está claro que las posturas de amar y odiar la fiesta brava son irreconciliables. Quienes vemos este espectáculo como un arte sublime de vida y muerte entre un hombre y un animal, jamás podremos convencer de lo mismo a quienes lo consideran como un acto de barbarie y de abuso a un animal.
La tauromaquia es un espectáculo donde la tragedia está implícita. Quienes la amamos, somos adoradores de la belleza que se muestra en cada lance con el capote y en los paces ligados con la muleta durante la faena de un matador.
En este texto, no voy a hacer una defensa de la tauromaquia, Aquí quiero describir lo que significa para mí, lo que hace que me emocione y apasione… aquello que me ha llevado a amarla.
DifÍcil describir sentimientos… Y como no estar enamorados del toro bravo su estampa, su altanería, su elegancia, una tragedia salpicada de esperanza e ilusión, de miedo y dolor, un sube y baja que sólo en escasas ocasiones lleva a la gloria, una gloria efímera pero eterna, esos movimientos en un alma viva, ese encuentro del animal con el hombre para fundirse en una danza eterna, que se transforma lentamente en una pasión que fluye y en un arte que conmueve.
Un amor de los que no mueren, sincero; de los que pueden hacer llorar de felicidad, de los que dan esperanza; esperanza que siento cada vez que se acerca una tarde de toros, por recuperar la ilusión de crear, por volver a soñar con la eternidad y la trascendencia… por formar parte de esa liturgia que dibuja la existencia como una oportunidad y la muerte como un final digno.
Y ya no hablamos de todos esas historias de amor que han sido parte importante de los miles de capítulos de la tauromaquia, quien no recuerda la historia de amor de Manolete y Lupe Sino, Paquirri y La Pantoja y todas esas historias de amor que han nacido en los tendidos de una plaza. Y sigue el libro abierto por que en la tauromaquia se seguirán tejiendo mil historia de un amor.
Me declaro enamorada de la Fiesta Brava.