REZAGOS QUE DUELEN

16 enero, 2012

* Se requiere de la unidad de los tlaxcaltecas para salir adelante.

En algo debemos estar de acuerdo con el gobernador Mariano González Zarur cuando recordó, al rendir su Primer Informe de Gobierno, que los esfuerzos hechos en su administración “han sido insuficientes para abatir el marcado rezago social en que vive la entidad y que llevará tiempo superarlo”.

Queda, para el registro histórico, la cita hecha a propósito de este primer año de gestión, particularmente porque al tomar las riendas del gobierno del estado el empleo presentaba una constante caída en los seis años previos, los del panista Héctor Ortiz Ortiz.

De igual forma, cuando aceptó que “me duelen los rezagos, no hemos solucionado todo, ni se podrá solucionarlo en el corto plazo.  Pero tenemos muy claras las premisas: un gobierno, en el que la gente es primero”; también queda a deber la administración priísta a los tlaxcaltecas.

Y es que, en contraposición con su voz inaugural al frente del gobierno estatal, en su mensaje alusivo al primer año de mandato constitucional, Mariano González nunca abordó, como lo consigan Javier Conde en su reporte, el tema del combate a la corrupción ni tampoco al estado que guardan las finanzas.

Aun retumban, en el mismo sitio en el que compartió su mensaje de asunción al poder político de la entidad, sus promesas de no dejar pasar ningún indicio de malos manejos de los recursos públicos. Y no obstante, no hay culpables de los escándalos en que se han convertido la Macro Plaza Cultural Bicentenario y el edificio de la SEPE-USET.

Ese es uno de los rezagos que más duelen en el ánimo ciudadano pues queda en entredicho la palabra empeñada; queda sin efecto ese mensaje en el que el propio gobernante se comprometió en la tribuna más alta del estado con lo que era un reclamo popular: “El ejercicio del gobierno en el manejo de los recursos públicos debe ser visto a través de una caja de cristal”.

Queda, de igual forma, pendiente la creación del Consejo de Gobernadores.

Lo que sí vale rescatar, es el reconocimiento hecho por el propio gobernante a dos aspectos fundamentales: turismo y pobreza; dos rubros en los que Tlaxcala no tuvo solución en el gobierno panista.

Pese a la falta de cumplimiento de su mensaje inaugural, tampoco podemos escatimar el reconocimiento en lo que se sí se logró en este primer año: las reformas del Sistema de Justicia Penal, la Ley de Mecanismos alternativos de Solución de Controversia y “una histórica reforma constitucional al Poder Judicial”.

De igual forma hay que reconocer la gestión marianista en la reducción de los índices de desempleo en la entidad, así como el crecimiento del 5.1% en el PIB del estado.

No se puede dejar de reconocer la inversión de 400 millones de pesos para el agro, no obstante que faltan sentar las bases para modernizar el sector primario de Tlaxcala y generar las condiciones con las cuales sea más competitivo.

Tampoco puede pasar inadvertida la inversión de 500 millones de pesos en infraestructura educativa, pese que es indispensable generar nuevas condiciones laborales y programáticas para hacer crecer la educación en Tlaxcala.

En fin; concluye un año de claroscuros. Y queda esperar para el siguiente, que el paso de los meses consolide un proyecto en el que los tlaxcaltecas confiaron, particularmente en un año eminentemente político–electoral.

Ojalá que al cabo de los 365 días por venir podamos decir que se acabaron los rezagos que duelen.

Nuestra cuenta en Twitter: @indicemediamx

Comentarios