PEÑA IGUAL QUE AMLO Y FOX

05 diciembre, 2011

Por ALEXIA BARRIOS G.

No hay forma de defender lo indefendible. El dislate de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro lo ha colocado en el centro nacional de las burlas, en la comidilla de todos y en un éxito ¿involuntario? En las redes sociales. Muchos se preguntan, ¿Cuántos puntos de su popularidad perdió el mexiquense con este “error”?

Quizá me equivoque, pero me temo que ninguno o quizá muy pocos, y a  contracorriente de lo que la mayoría apunta como “fallas en la estrategia” en realidad al convertirse en tema del momento a Peña Nieto le ha valido que esté en boca y mente de todos, de amigos y enemigos, de críticos de buena voluntad y de los más mala leche. Ahora sí que: “hablan de mi, aunque sea mal”.

A Vicente Fox le ocurrió lo mismo desde que inició la búsqueda de la carrera presidencial. No había día y medio donde no se hablara de él, de su mal gobierno en Guanajuato (le apodaban Vicente “Fax” porque nunca estaba y dejaba “encargado el changarro), de sus limitaciones como persona pensante, de su lenguaje florido y machista (“viejononón” le dijo a Lucía Méndez), de su salud mental, de su relación marital, del accidente donde atropelló a una persona, de su nacionalidad y hasta de los intereses de la Coca-Cola detrás de su campaña por la presidencia de México.

Entre 2003 y hasta el primer tercio de 2006, cada vez que golpeaban política, jurídica y mediáticamente a Andrés Manuel López Obrador lo hacían crecer en las encuestas.

En esos años fuimos testigos de escándalos del acoso del sistema contra AMLO: desde el caso del Paraje San Juan, la persecución contra Carlos Ahumada, los videoescándalos, el predio El Encino, el incidente de la muerte de uno de sus hermanos, hasta las burlas que generó el que no haya acudido con el payaso “Brozo” a responder preguntas de cultura general pasando por acusaciones en cierto círculos de que Jaime Avilés era quien le escribía sus libros.

A Fox le resultó exitoso, al grado de que cuando se encaprichó a debatir “Hoy-hoy-hoy” con Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida, esa derrota la convirtió en una victoria mediática y propagandística.

Con Andrés Manuel las cosas fueron diferentes después del “cállate chachalaca”, porque según todos los sondeos y encuestas (incluyendo la propia Covarrubias), esa frase más la campaña negra y del miedo que lo ubicaron como “un peligro para México” le mermaron la aceptación al grado de que llegó a la elección de 2006 con números muy cerrados.

Quien ha buscado que hablen de él así sea mal, con el objeto de que su nombre se posicione en el consciente colectivo –como dicen los mercadólogos- es Ernesto Cordero. El ex secretario de Hacienda y de Desarrollo Social, a partir de sus “ocurrencias” como que una familia vive con “seis mil pesos” mensuales y de que muchos sigamos comparando su imagen con el personaje de Mr. Beam, le ha valido que ahora en algunas encuestas Cordero esté ya en segundo lugar entre los aspirantes del PAN, desplazando a Santiago Creel, que durante varios meses fue el puntero.

En el golpeteo ligerito que traen los panistas, Cordero ha comenzado a mostrar cierta dureza hacia Josefina Vázquez Mota, quien muestra pocas tablas para enfrentar un debate ríspido y de solidez. El “delfín” de Calderón va lento pero seguro y la semana pasada los cambios en sus avatares le valió que varios sitios de internet lo tuvieron en sus páginas principales, aunque para criticarlo y mofarse de él.

En el caso de Enrique Peña Nieto y toda esa ofensiva desatada en su contra en redes sociales, y la reacción provocada en todos los programas de radio y televisión, sobre todo cuando se observan a los “críticos duros” de Televisa y Azteca TV, mucho me sospecho que hay una estrategia similar: buscar que el nombre del precandidato presidencial del PRI esté en la mente de todos, así sea negativamente.

Ahora la gran duda será si los estrategas de Peña Nieto son capaces de modificar esta debilidad y transformarla en beneficio de su candidato, porque también corren el riesgo de que la imagen pública del priísta quede reducida “al tonto del pueblo”. Y habrá que ver si los estrategas de los equipos contrarios son capaces de no seguirle haciendo el caldo gordo a estas tácticas, olvidando colocar a sus propios candidatos e ideas políticas por encima de los supuestos “errores” de los demás.

Por cierto, y con todo respeto, los diseñadores de este tipo de estrategias apuntan que se valen de “tontos útiles” de las redes sociales para que “involuntariamente” se conviertan en instrumentos de difusión de sus propias campañas y objetivos. Habrá que esperar si esto es cierto.

Comentarios y reclamaciones: alexiabarriossendero@gmail.com

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