12 diciembre, 2011
Por la REDACCIÓN
Josie Natori siguió sus sueños empresariales desde Filipinas a Wall Street. Pero después de nueve años como banquera, necesitaba una expresión más creativa.
En 1977 lanzó una firma de lencería con un toque de convergencia entre Oriente y Occidente. Hoy en día, su marca incluye cuatro líneas de ropa íntima, así como una línea de ropa prêt-à-porter, productos para el baño y el hogar, lentes y fragancias. Natori, de 62 años, compartió su historia con Fortune Small Business, en su sala de exhibición en Manhattan.
¿Cómo influyó tu historia de vida en tu decisión de iniciar tu propia empresa?
En Filipinas, el espíritu empresarial es valorado. La gente hace de todo, desde vender frutas en el mercado hasta prestar dinero a los vecinos con intereses. Mi abuela, una farmacéutica, poseía plantaciones, una sala de cine y otros negocios. La vi trabajar desde las 4 de la mañana hasta la medianoche. Fue una mentora y me mostró lo que las mujeres podían hacer. Nunca hubo duda de que yo entraría en el negocio.
¿Te enfocaste en la moda desde el principio?
Wall Street fue mi primer negocio. Vine a Estados Unidos a estudiar la universidad y, a los 21 años, trabajé para la firma de correduría Bache & Co. Luego regresé a Manila para abrir una oficina de Bache allí. Yo era la única agente y trabajaba 18 horas al día haciendo el arbitraje de las acciones vendidas en la Bolsa de Nueva York y la Bolsa de Valores de Filipinas. En los años 70, fui la primera vicepresidenta femenina en la banca de inversión en Merrill Lynch. Pero el deseo de ser presidenta de la empresa no estaba en mí. Simplemente hacer dinero no era suficiente.
¿Cómo hiciste la transición a la lencería?
Tenía muchas ganas de hacer algo relacionado con Filipinas, así que empecé a considerar productos para importar. Soy una compradora compulsiva, y me gustan las cosas lindas, pero nunca pensé en el diseño. Pero cuando una amiga me envió algunas muestras de ropa, decidí ver si había un mercado para ellas. Entré en Bloomingdale con algunas blusas bordadas y resultó que conocí a una compradora de ropa interior que me sugirió que las convirtiera en camisones. Si me hubiera encontrado con una compradora de blusas, no creo que estuviera donde estoy ahora.
En 1977, la ropa interior no tenía estilo. O era victoriana o vulgar. Debido a que no tenía ideas preconcebidas sobre lo que debía ser Natori, fui capaz de producir ropa interior atrevida, colorida e inesperada para la época, respondió a CNN en Expansión.