14 noviembre, 2011
* Dos decesos de secretarios en un sexenio.
Es ineludible retomar el lamentable deceso del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, junto con tres de sus colaboradores y otras cuatro personas, particularmente en un momento en el que la incertidumbre y la desesperanza campean por todo el territorio nacional.
Las voces de todos los sectores políticos y sociales del país han sido unánimes: Francisco Blake Mora fue un hombre que priorizó el diálogo, la negociación y el acuerdo, y quizá ese fue el principal legado al frente de la dependencia encargada de velar por la gobernabilidad interior de la nación.
Muy lamentable es esta pérdida, particularmente porque es quizá la dependencia que en todo el sexenio calderonista ha sufrido más movimientos que cualquier otra dependencia, pues al frente de ella han estado hasta el momento cuatro secretarios, uno de ellos también muerto en condiciones similares a la de Blake Mora.
Pero, más allá de lo doloroso que pueda resultar la pérdida de un ser humano, vale destacar que el deceso del Francisco Blake y sus colaboradores fue el detonante que movió conciencias entre la clase política de todos los partidos políticos para “cerrar filas” en torno a las instituciones.
Quedó de manifiesto cómo algunas instancias se pronunciaron por hacer un frente común, más allá de las diferencias ideológicas, por trabajar en torno a un proyecto común, llamado México.
Es cierto que cualquier pérdida humana es dolorosa, independientemente de las circunstancias, pero, como dijo el presidente Felipe Calderón en los funerales de Estado: “por fortuna, la fortaleza de las instituciones del país, de sus constitucionalidad, de su democracia que distribuye poderes, equilibrios, pasa sobradamente la prueba de la adversidad”.
Es momento para que evitar las especulaciones. No se puede tener un paralelismo entre el fatal accidente de Juan Camilo Mouriño (otro de los titulares de la dependencia, que también perdió la vida en un accidente aéreo) y Francisco Blake. Quienes pretendan plantear hipótesis estarán alimentando el caldo de la incertidumbre para el país.
Queda, como quedó manifiesto desde el primer momento de este acontecimiento, esperar la resolución que arrojen las investigaciones para conocer las causas del percance; hay que esperar el dictamen de todos los especialistas nacionales e internacionales quienes darán certidumbre a este hecho.
Nada nos autoriza a ningún mexicano a sugerir ni siquiera veladamente, cualquier conjetura que puede poner en riesgo, aún más, la endeble tranquilidad del país.
Por lo pronto, desde esta tribuna hacemos votos para que los deudos de los desaparecidos encuentren una pronta resignación en la adversidad y el dolor.
¡Descansen en paz!…