21 noviembre, 2011
Por CORAZÓN DE PIEDRA VERDE
Como ya es bien sabido, la semiótica ha formado parte importante dentro de nuestra comunicación; las diferentes sociedades, se rigen por distintos estilos, normas, o leyes, las cuales permiten entablar relaciones más cercanas y solidas con los demás miembros de los grupos ya establecidos. Para entender el comportamiento comunicativo del hombre, es necesario estudiarlo como individuo y como colectivo.
Las relaciones interpersonales son de las características que han logrado sobresalir y resaltar con mayor impacto dentro del proceso de interacción y comunicación humana que tenemos hoy en día. Analizar a fondo estos procesos no es nada fácil, pues somos seres complejos, cambiantes e inmersos totalmente en nuestro nuevo mundo virtual.
La comunicación interpersonal tiene una relación muy fuerte con la semiótica, ya que ésta se divide en tres partes: lenguaje verbal, lenguaje no verbal y lenguaje kinésico; existen diferentes tipos de signos que facilitan nuestra comprensión hacía ese tema en especifico. Pero, a pesar de ello ¿utilizamos todos los individuos de forma correcta nuestras expresiones orales y corporales?
Durante el tiempo que ha durado este cuso, hemos leído y analizado diferentes posturas, que nos permiten descubrir y redescubrir las funciones de la semiótica y así poderlas comparar con el desarrollo de nuestra convivencia.
Es preciso determinar los elementos o tipos de signos que existen dentro de una conversación interpersonal, con el fin de apreciar la diferencia que existe entre una imagen y un icono, o entre un símbolo y un índice, entre otros.
Morris propone que “La estructura sintáctica de un lenguaje es la interrelación de signos” (Morris, 1971: 23); de esta forma podemos definir que para que el lenguaje sea efectivo y genere cierta retroalimentación, debe existir un intercambio de signos que sean entendidos por el número de integrantes del grupo en cuestión, pueden ser dos o más de dos, para que, esta forma de comunicación pueda existir. “Los signos pueden diferir, por tanto, según el grado con que determinan expectativas concretas” (Morris, 1971: 23).
Para entender mejor este proceso tomaremos como ejemplo la novela “Atados a una Estrella” de Claudia Celis, el cuál enmarca la vida de una niña con Síndrome de Down, llamada Lucero; nos enfocaremos en la etapa de adolescencia de Lucero, en especifico, en el estado del enamoramiento y lo describiremos a partir de las posturas de los diferentes autores que apoyan el pensamiento Pierciano.
En el caso de Lucero, podemos notar que las características más comunes al enamorarse se presentan de forma más exageradas y más obvias, aunque este tipo de sentimientos traten de ocultarse. Según Helen E. Fisher, el enamoramiento tiene que pasar antes por varios antecedentes, pero a Lucero solo le bastó ver una vez a Raúl, para tener la boca abierta y una inmovilidad absoluta. Fisher (1960).
La etóloga se apoya en que “(…) A partir de ese instante el enamoramiento se desarrolla de un modo característico, empezando por la ‘invasión de ideas’. Pensamientos del ‘objeto de amor’, o persona amada, invaden la mente”. (Fisher, 1960: 36). En el caso de Lucero el proceso no se lleva a cabo al cien por ciento, pero para ella un solo beso en la mano se significa todo y entonces Raúl pasa a ser su enamorado en secreto.
Mientras tanto, Sebeok afirma que “la semiótica tiene dos grupos de afinidades, está relacionada, por una parte, con la comunicación, y por otra, con el significado” (Seabeok, 1972:14). Lucero sabe que “ama” a Raúl, pero realmente ella no sabe lo que el amor significa para las demás personas, ella tiene su propio concepto de amor, que no es erróneo, que no es malo, pero que definitivamente la hace sufrir sin razones aparentes, porque no se ajusta al concepto de amor que tienen los otros, los “normales”.
Con esto podemos afirmar que cuando la semiótica estudia a personas con Síndrome de Drown (sin importar el grado en el que se presenta) puede identificar la forma en cómo se comunica, qué medios utiliza y cuáles son los agentes externos que generan sus respuestas, y al mismo tiempo, identifica qué quiere decir y el propósito que tiene su mensaje.
Es muy frecuente que quién padece dicho Síndrome, en sus primeros años de vida y en el ya mencionado “enamoramiento” no logra hilar el significado de un objeto con el mismo, pues no alcanza a discernir la magnitud de la situación o situaciones en las que se ve involucrado; no lo hace de forma intencional, pero realmente comete muchos errores semánticos; aunque para Magritte, este no se considera un error en su totalidad, ya que, plantea que: “el hecho de que la representación de un objeto no impide que la representación de la representación de un objeto se transforme en un objeto” (Magritte, 1979:75).
Mientras tanto, Vidales dice: “lo que se configura no es un tipo de relación especifica o determinada a priori entre la semiótica y el estudio de la comunicación, sino que configura un sistema de investigación que pone al centro la necesidad de reflexionar sobre la semiosis y la comunicación como elementos centrales de los procesos de organización y de desarrollo de los organismos vivos, las sociedades, la cultura y la circulación de significados” (Vidales, 2009:65).
Todos los seres humanos hacemos uso de nuestra comunicación interpersonal, la cuál es de suma importancia pues a través de este tipo de comunicación podemos expresar lo que realmente sentimos de manera clara. En el caso de quienes tienen Síndrome de Down, como Lucero, esta comunicación es más compleja, ya que la entropía que se genera en su contexto es densa, aunque eso no significa que no se den a entender con claridad o no entiendan lo que se les dice; simplemente lo hacen a su manera.
En conclusión, la semiótica, desde el punto de vista en que se estudie, nos dará siempre como resultado el estudio de los signos dentro de la comunicación y la manera en cómo se transmiten de acuerdo con el contexto al que pertenecemos cada uno de los individuos que conformamos las estructuras sociales. La semiótica, no se va a limitar en la comunicación interpersonal de individuos que poseen “fallas biológicas”, el proceso será el mismo para todos, aunque se presenten algunas diferencias.
Magritte, R (1979) ¡ya no hay obras ordinarias! Interpretación semiótica de la obra de René Magritte
París: Flammarion
Sebeok, T (1996) Signos: una introducción a la semiótica.
Barcelona: Paidós.
Morris, C (1971) Fundamentos de la teoría de los Signos
Barcelona: Paidós
Vidales, C (2009) La relación entre la semiótica y los estudios de la comunicación: un diálogo por construir
México: Nueva época.
Fisher. H. (1969) Anatomía del amor.
Barcelona: Ed. Anagrama.
Celis. C. (2003) Atados a una estrella.
México: Ediciones SM.