17 octubre, 2011
* ¿Programas electoreros?
Definitivamente, la visita de Felipe Calderón tuvo visos de promoción política. La campaña electoral del 2012 la arrancó el jefe del ejecutivo federal al constatar el izamiento de “bandera blanca” en cobertura del Seguro Popular.
Sobre todo cuando el secretario de Salud federal, Salomón Chertorivski Woldenberg, asegura que este programa médico se ha convertió en una “eficaz política pública” para apoyar a los que menos tienen.
En lo que fue la segunda visita del primer mandatario de la nación en tres meses si hay algo que destacar fue la danza de las cifras alegres: en Tlaxcala se destinan mil 600 millones de pesos anuales para que se pueda proporcionar el servicio a 780 mil personas (es decir un promedio de dos mil 500 pesos por derechohabiente).
De acuerdo con las cifras oficiales, hasta el 2010 tres de cada 10 tlaxcaltecas tenían servicios de salud; mientras que hoy, 10 de cada 10 cuentan con este beneficio; el 90 por ciento de las unidades de salud se encuentran acreditadas, lo que acredita también la calidad de su atención y entre 2000 y 2010, en la entidad se ha disminuido un 30 por ciento la tasas de mortalidad infantil, gracias a la promoción de las acciones preventivas.
Tantas “buenas cifras” que hasta el mandatario tuvo tiempo de auto elogiarse: el hecho de que el estado “menos grande de todos los grandes de México” haya alcanzado el 100 % de la cobertura universal del Seguro Popular es digno de destacarse.
Y encarrilado, hasta un chiste se animó a contar: “A partir de ahora, todo tlaxcalteca, todo tlaxcalteco (sic), niña, niño, adulta y adulto mayor tiene un seguro que le protege eficazmente para sus servicios de salud. Que a partir de hoy tengan médicos, medicinas, tratamientos y hospital a su alcance cuando y como lo necesiten es lo que estamos logrando”.
La pregunta, a pesar del optimismo oficial es lacerante: ¿Esa cobertura garantiza que en realidad se atiendan todas las necesidades de salud para los derechohabientes?
Porque a pesar de las cifras alegres, persiste el maltrato de médicos y enfermeras hacia el paciente; muchos usuarios del servicio siguen esperando horas completas para que cuenten con una consulta médica; el desabasto de medicamento es una de las grandes deudas con los pacientes y, una última modalidad, muchos enfermos son transferidos a otros lugares de Puebla o México, porque no se cuenta con la infraestructura adecuada.
Este es un botón de muestra: una señora, con más de 60 años, sufre de cáncer de mamas; gracias al Seguro Popular, recibe la atención primaria y le realizan sus estudios; el médico determina su inminente e inmediata operación, pero tiene que ser transferida a Puebla, porque en Tlaxcala no hay tecnología; y sin embargo, en Puebla, el Seguro Popular no cubre el costo de la operación.
Con casos como ese, ¿qué caso tiene echar las campanas al vuelo? Entonces que no digan que la cobertura del Seguro Popular es universal.