17 octubre, 2011
Desde la REDACCIÓN
Una vez que anunció Héctor Ortiz Ortiz, exgobernador del estado que buscará una candidatura al senado de la República, parte de su artillería le comenzó a aplaudir y lo hizo más cuando el expriísta señaló que tal vez esta determinación podría causar molestia en el gobierno y en su expartido el PRI.
Así pues, el exmandatario más cuestionado en la vida política moderna del estado, señalaría -ante las preguntas de los reporteros- que las encuestas lo posicionan en el escenario electoral y que no descarta una guerra sucia en su contra porque así se manejan las cosas en política.
No obstante, la lectura es clara de que Ortiz Ortiz está recargado y por lo tanto, llamó indirectamente a sus compinches a preparar la estructura de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) y de las diversas delegaciones federales para enfrentar una cruenta batalla electoral en contra del PRI.
En los corrillos de Acción Nacional afirman que las condiciones están dadas para que Ortiz Ortiz encabece la fórmula al senado de la República porque Adriana Dávila Fernández sabe que la figura política del exmandatario aún pesa en Tlaxcala, lo que le daría un acceso más fácil a la Cámara Alta.
Y como siempre Héctor Ortiz respondió preguntas a medias de los periodistas que lo cuestionaron, una y otra vez. Siempre evadió ir al fondo del cuestionamientos en torno a obras que dejó inconclusas y que de acuerdo a la información oficial hubo irregularidades en la ejecución de las mismas.
Sólo se atrevió a decir que dejó una administración en orden y que se trata de una guerra mediática en su contra. Es más, le cuestionaron aquel 15 de enero donde el ahora gobernador Mariano González le propinó una tunda en su discurso y sólo dio a entender que así es la política.
Lo cierto, es que en el gobierno del estado sabían perfectamente que Ortiz Ortiz iría por la revancha y que a lo largo de unos meses se convertirá en el contrapeso de lo que diga públicamente González Zarur.
Se convertirá en una piedrita en el zapato para los que gobiernan Tlaxcala y por ello el PRI está obligado a impulsar a un candidato que pueda ganarle la batalla. No obstante, surge la pregunta ¿quién de los priístas tendrá la capacidad política y económica para ganarle a Héctor Ortiz en el terreno electoral?…
En este sentido, hay versiones de que Joaquín Cisneros, un priísta de cepa quien podría generarle un contrapeso a Héctor Ortiz, porque en su trayectoria política no ha sido cuestionado en su desempeño político y público.
Pese a que el exgobernador ha sido acusado por apropiarse legal o ilegalmente de los famososo “Laberintos” en el municipio de Tlaxco, por haber puesto como notarios públicos a amigos y familiares, por dejar una deuda de más de mil millones de pesos en el gobierno estatal, por haber dejado obras millonarias inconclusas, se declara listo para la contienda de 2012.
Para Ortiz los cuestionamientos de haber dejado que exfuncionarios se llevarán vehículos de lujo que son patrimonio de los tlaxcaltecas, entre otros excesos, de plano son mínimos porque sostiene que tiene una amplia estructura que moverá conciencias de los tlaxcaltecas en edad de votar.
Lo cierto, es que será cruenta la batalla electoral de 2012, que será el preámbulo a las elecciones intermedias donde Mariano González tendrá que consolidarse en su gobierno y lograr tener la mayoría dentro del Congreso Local, porque de no hacerlo se le dificultará concluir todos sus proyectos.
Pero lo primero es lo primero, el actual gobernador tendrá que trabajar políticamente para consolidar a sus cuadros y hacer alianzas con aquellos que lo llevaron al poder y Ortiz deberá esperar a ver qué panista saldrá como candidato a la presidencia de la República porque hoy no simpatiza con Santiago Creel.
Finalmente, Héctor Ortiz se oxigenó porque simplemente el gobierno estatal jamás hizo señalamientos vía judicial en su contra y de aquel 15 de enero donde Mariano González, le propinó un duro golpe madiático ya se repuso y ahora intentará asestarle un golpe político a quien gobierna y desde luego a su partido que lo cobijó y que lo hizo crecer políticamente.