Majestuoso pasado

26 septiembre, 2011

*El municipio de Atlangatepec, corredor económico en el olvido

*Su Exconvento tiene más de 500 años.

Por JAVIER CONDE

Para entender la historia de San Juan Atlangatepec, hay exprimir sus muros. En esos viejos paredones de casonas y de su templo, uno queda atrapado en el pasado.

Simplemente, los vestigios dan cuenta que en el año de 1523 fue un importante corredor comercial, por las características geográficas del mismo y que favoreció su desarrollo económico.

Lo anterior porque era el paso obligado de caminantes quienes se movían entre el valle de Texcoco hacia lo que es hoy el estado Veracruz. Años después, la construcción de haciendas por parte de españoles generó un desarrollo más importante, toda vez que en ese lugar la naturaleza era rica y basta.

En ese antiguo corredor teotihuacano, se observa la boca de la sierra norte de Puebla; un gran espejo de agua, que es la laguna de Atlanga y a unos cuantos kilómetros, el malherido río Zahuapan.

Y qué decir de su fiesta patronal en honor a San Juan Bautista, un espacio de magia y tradición. Cada año, en su iglesia siempre se escucha música autóctona como invocando el recuerdo. Cada 24 de junio, hay fervor.

En el interior de ese viejo convento franciscano que se construyó en 1524, hecho a base de piedra, xalnene, cubierto de vigas y tejamanil, el misterio de sus imágenes, de sus altares, de sus habitaciones, de su cocina, de su centro de veneración, afloran las creencias.

El pasaje colonial hace que los visitantes entiendan que este lugar el cual pudo crecer aún más, pero las decisiones de los gobernantes, simplemente la condenaron a vagar entre quimeras. Así, de sencillo, el municipio de Tlaxco absorbió el desarrollo de Atlangatepec.

En una placa montada, en la parte trasera de la iglesia, se relata parte de la historia de San Juan, donde señala los prósperos años de este lugar y el riesgo que existía para los caminantes cruzar las aguas crecidas del río Zahuapan.

Lo anterior, era motivo para que por días, aquellos viajeros decidieran hospedarse en la enorme tienda llamada “La Venta”, que tenía panadería, jabonería, caballerizas, carnicería y hasta un bello mesón.

Baño de historia

Ingresar a esta vieja casona, sólo quedan rastros de lo que fue un bello jardín, de galerones propios de lo que fue un hostal, de argollas donde amarraban a los caballos. Y de los enormes paredones uno acabó de caer hace unos meses y con él los recuerdos.

Y cuando a uno de los dueños de ese lugar, se le pregunta si está dispuesto a vender la propiedad, una puerta, una estructura metálica, siempre responde, es que es un patrimonio de la familia, los nietos tienen que ver lo que fue este próspero lugar.

Entre el abono, las piedras caídas, las vigas apolilladas, sólo cuatro becerros disfrutan aquel lugar por donde circularon charros, hacendados, vaqueros, franciscanos, corceles, carretas y carretones.

De lo que fue esa enorme tienda hoy sólo quedan restos de humedad, pero cuando uno cierra los ojos puede sentir lo que hace más de 100 años fue este negocio.

Momento emotivo

Un momento lleno de magia, es cuando el santo patrono de ese lugar inicia su procesión rumbo a un monte donde fiscales de otros poblados lo reciben con otras imágenes religiosas.

A su regreso, decenas de feligreses atraviesan campos de cultivo, donde hacen una pausa y rezan a Dios porque sea un buen año en la  cosecha cebada y maíz. Sin embargo, en este periodo agrícola ni el santo patrono los salvó. Las heladas que azotaron en días pasados acabaron con la producción.

Posteriormente, llegan a la plaza principal del pueblo donde el obispo de Tlaxcala, en turno ofrece una misa y da comunión a infantes de San Pedro y San Juan.

Y en medio de danzantes, de viejos paredones, del atraso social, de exhaciendas, de ganaderías de toros bravos, del aeropuerto de Atlangatepec, de una majestuosa laguna, el municipio de Atlangatepec quedó envuelto en su pasado.

FOTO: ÍNDICEMEDIA/ J. Guadalupe Pérez

Comentarios