05 septiembre, 2011
* Que no se alimente a la impunidad
Los acontecimientos registrados este fin de semana en el municipio de Tequexquitla son, a todas luces, reprobables y condenables y merecen un seguimiento puntual de las autoridades estatales no solo para deslindar responsabilidades, sino para presentar y castigar a los responsables intelectuales y materiales de este crimen.
La sociedad en general reprueba el uso de la violencia como medida de presión para fustigar a las autoridades legítimamente constituidas en las decisiones que deben tomarse en función de los lineamientos legales y, más aún, los tlaxcaltecas censuramos que el patrimonio de un pueblo esté a merced de actos vandálicos propios del actuar más primitivo e irracional.
Los saqueos y destrucción que sufrieron las instalaciones de la Presidencia Municipal de Tequexqtuitla no justifican un actuar violento, por más justas y argumentadas que sean las demandas, particularmente porque estas acciones nos recuerdan la ignominia con la cual habitantes de Huamantla destruyeron completamente la alcaldía hace algunos años.
E inevitablemente nos remite también a que, en esa lamentable ocasión, un problema cuyo origen tenía trasfondos políticos se resolvió con una medida política, pese a que había señalamientos claros y directos sobre los responsables de dicho delito.
Hoy, a más de veinte años de distancia, el fenómeno se repite con pasmosa exactitud. Nuevamente, un grupo de personas desinformadas, azuzadas y enardecidas, enarbolan una supuesta demanda de seguridad y “armadas con palos, piedras, picos y marros exigieron la liberación” de Lisandro Vélez Cortés, presidente de comunidad de Mazatepec.
La línea de investigación es muy sencilla de encontrar: pobladores visiblemente alcoholizados cometieron todas estas tropelías en “protesta por la supuesta detención del presidente de comunidad de la comunidad Mazatepec, Lisandro Vélez Cortés”, líder del grupo de inconformes que exige la clausura definitiva de la empresa Clorobencenos, S. A de C. V.
Lo que no podemos permitir, como sociedad, es que nuevamente se busque una salida política a un hecho delictivo y por ello exigimos la aplicación irrestricta de la ley en este quebranto institucional que muestra el endeble sistema de inteligencia y prevención del delito que predomina en la entidad.
Y vale hacer notar que parte de este acto vandálico recae como responsabilidad directa por la inacción e ineficacia que mostró la Secretaría de Gobierno en el conflicto, sobre todo cuando el propio Presidente Municipal, Ismael Quintero Hernández señala: “les informamos a las dependencias, les pedimos su apoyo, pero no tuvimos su respaldo; entonces la ciudadanía se manifestó en contra y estas fueron las consecuencias”.
Y dadas las consecuencias lamentables, es menester replantear la permanencia en el cargo del secretario de Gobierno, Noé Rodríguez Roldán, quien por dignidad política tendría que presentar su renuncia, ya fuera por la omisión o la comisión de las acciones preventivas de este asunto lamentable, vergonzoso.
Sobre todo porque los propios vecinos de Tequexquitla se deslindaron de estos hechos en virtud de que “sólo participó un grupo que tiene intereses políticos o económicos, pero la mayor parte de nosotros somos gente de bien y estamos en contra de estos actos vandálicos que nos hacen ver la ignorancia y el atraso en el que estamos”.