DESASTRE

19 septiembre, 2011

*Un agro desolador

Las afectaciones que sufrió el campo tlaxcalteca, a consecuencia de las granizadas, lluvias atípicas y heladas de las últimas semanas, merecen un profundo y serio análisis para generar nuevas condiciones que den certidumbre al sector primario de la entidad.

La demanda para declarar al campo tlaxcalteca como “zona de desastre”, es un reflejo del temor de miles de campesinos, que sufrieron pérdidas cuantiosas en millares de hectáreas de cultivos de maíz y frijol, en los 60 municipios de la entidad, y que con ello se debilita su ya de por sí endeble economía familiar.

Si bien es cierto que las afectaciones obedecen a fenómenos meteorológicos, que son ajenos a la voluntad y trabajo de los hombres del campo, es menester ineludible que el gobierno del estado empiece a generar nuevas políticas de apoyo al campo para evitar que en cada ciclo agrícola los campesinos estén a expensas de programas emergentes, los cuales, per se, son insuficientes para paliar las necesidades de miles de familias.

Se hace urgente   el desarrollo de una política social que promueva la modernización tecnológica del agro, con la que se genere una nueva dinámica, no sólo en la dotación de maquinaria, sino en el empleo de nuevas semillas y cultivos con los que se asegure una mayor productividad, considerando las condiciones geográficas y climáticas de cada microrregión.

Igualmente es inaplazable la búsqueda de proyectos productivos para que los miles de agroproductores no dependan exclusivamente de lo que se produzca con las cosechas de temporal, así como desarrollar una cultura emprendedora de las familias campesinas para que se puedan incubar agroempresas exitosas.

Y en este sentido, vale hacer notar que estas nuevas políticas no dependen exclusivamente de los gobiernos (municipal, estatal o federal), pues también debe ser responsabilidad de los empresarios quienes tienen en sus manos la posibilidad de invertir en el campo de manera exitosa.

Por ejemplo, no hay que ir muy lejos para proponer un cambio de cultivos propios de la región que pueden generar una nueva dinámica; ahí está el nopal, que además de ser propio de la zona y resistente a las afectaciones climatológicas, se ha convertido en un producto codiciado en muchas partes del mundo, dadas sus propiedades alimenticias e incluso médicas.

Paradójicamente, el nopal es un producto que ha sido comercializado exitosamente por productores chinos, quienes se han dado cuenta de las bondades que ofrece este cultivo; a nivel mundial, el mayor comercializador de esta planta típica mexicana es, contrario a lo que podría esperarse, China.

Pero para vencer esta dinámica global, se requieren instrumentos y acciones que permitan a los campesinos acceder a capacitación y gestoría de diversas instituciones para guiar a los productores sobre el proceso de comercialización e internacionalización de sus productos.

De otra manera, cada año nos estaremos lamentando que la declaratoria de “zona de desastre” se tarde de tres a quince días para que el gobierno federal valore la magnitud de los desastres que sufren los hombres del campo tlaxcalteca.

Y lo peor, estaremos viendo que un producto nacional sea explotado por productores de otras partes del orbe.

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