¡QUÉ DILEMA!

26 septiembre, 2011

Por CORAZÓN DE PIEDRA VERDE

El origen del hombre, siempre ha sido un gran dilema cuando debemos enfrentarnos a las dos corrientes más grandes que proponen dicho origen: el creacionismo y el evolucionismo.

Es muy cierto que desde siglos pasados, la iglesia ha influido de manera importante en nuestra forma de pensar y en la información que debemos aceptar, que, además no sea considerada como pecado.

Desde mi punto de vista, el ser humano ha buscado darle explicación a su origen a partir de que surgió el lenguaje; por ello el creacionismo y el evolucionismo han sido un dilema para la raza humana desde que ambos se cruzaron y aportaron diferentes perspectivas sobre la estancia y el desarrollo de nuestra sociedad a través de los siglos.

Estas ideologías han logrado modificar de manera importante las posturas de los individuos ante la incertidumbre de su origen.

En siglos pasados, la iglesia se encargó de mantener cierto control hacia la sociedad, manteniendo un orden que reflejaba la sumisión del pueblo.

El creacionismo fue considerado como una doctrina inmutable, la cual definía a Dios como el único responsable de la existencia del hombre y de todas las cosas materiales e inmateriales que existen sobre la faz de la tierra; otorgándole además, poder absoluto sobre todas las cosas al ser humano, definiéndolo como el único animal racional preferido del Ser Omnipotente.

Quien se atrevía a negar o a contradecir alguna postura que sostenía la iglesia dicha institución tomaba las medidas necesarias para que el autor del “plagio” fuera castigado severamente y quienes concordaran con su doctrina no se atrevieran a continuarla posteriormente.

Cuando Darwin expone su teoría “Evolucionista”, no tuvo gran respuesta rápidamente pues lo consideraban como un insulto a la religión y una teoría falsa que no debía expandirse a los distintos sectores de la sociedad que pudieran apoyarla y con esto evitar que adquiriera mayor número de seguidores.

Lo que Darwin proponía era simplemente la “supervivencia del más fuerte”, la cuál era la clave para evitar la extinción de nuestra raza.

Tenía como base su investigación sobre “La selección natural”, que afirmaba que solo los elementos más fuertes o con las características de adaptación al entorno, eran los que podrían sobrevivir a los constantes cambios que se presentaban en el planeta.

Tenía la firme idea de que el hombre era descendiente directo del mono, afirmando que si se realizaba una comparación minuciosa entre las dos especies, se podrían encontrar similitudes obvias entre ambas.

Tanto el hombre como el mono tuvieron un ancestro del cual se derivaron las dos ramas de homínidos, en la que el hombre desarrolló mayor número de habilidades y destrezas mentales y psicomotrices que el ya mencionado primate.

Se dice que el Australopitecus fue el primer bípedo con instinto de supervivencia, por lo tanto se le considera el primer  antecesor  del cuál surge la raza humana.

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