01 agosto, 2011
Por EDGAR R.CONDE CARMONA
Digan lo que digan, el alcalde de Tlaxcala, Pedro Pérez Lira, padece amnesia… y bipolaridad. Sólo así se explica el cambio de humor –repentino y violento– que pudimos observar en el alcalde tras dos comparecencias, en una misma semana, ante Diputados Locales.
La primera de las apariciones del alcalde capitalino obedeció al retraso de cuatro meses en la entrega de su cuenta pública; frente a los legisladores que presidieron este acto, Pérez Lira se comprometió a regularizar su situación en los próximos días (El Sol de Tlaxcala, 18/07/2011).
Pero se le olvidó que el compromiso asumido frente a los legisladores tenía como propósito explicar los motivos por los que la administración que preside no ha entregado (al momento de elaborar este material) los estados financieros de los últimos cuatro meses.
Y entonces, como tratando de desviar los reflectores y el motivo de su comparecencia, culpó de la mencionada demora a su antecesor, Zenón Ramos Castillo, porque dijo que no hubo ningún procedimiento de entrega–recepción y porque además dejó a la comuna un déficit por 31 millones de pesos (El Sol de Tlaxcala, 28/07/2011).
En un acto solidario a su estado mental, el director jurídico del OFS, José Antonio Hidalgo Cote, le recordó a Pérez Lira que el retraso en los avances del proceso de entrega–recepción fue culpa del propio munícipe tlaxcalteca porque “no compareció ni firmó algunas actas, a pesar de que firmarlas para el proceso de recepción no implicaba la aceptación de su contenido” (El Sol de Tlaxcala, 30/07/2011).
Por si fuera poco, el ex alcalde aludido, Zenón Ramos Castillo se defendió, también en la tribuna más alta del estado, y acusó a Pérez Lira de plantear acusaciones “temerarias y tendenciosas” porque no existe ningún sustento documental que pruebe, al menos parcialmente, alguna de sus imputaciones. (El Sol de Tlaxcala, 30/07/2011)
Además, a manera de otro recordatorio contra la amnésica actitud del ejecutivo capitalino, el titular del OFS, Crispín Corona Gutiérrez, afirmó –el mismo día de la comparecencia– que el síndico municipal tiene facultades para iniciar los procedimientos penales por esos recursos “desaparecidos”.
Y en pleno ataque de su enfermedad, Pérez Lira calificó al Órgano de Fiscalización Superior (OFS) como un ente “inquisidor”, porque, desde la óptica del presidente municipal de Tlaxcala, dicho organismo se negó a interponer las denuncias correspondientes por el presunto desfalco por 31 millones de pesos a las arcas municipales.
Tan sólo dos días después, nuevamente se presentó a declarar en el Congreso del Estado el alcalde capitalino; en ese momento, Pedro Pérez Lira pidió al OFS “que no lo hostiguen” con requerimientos “intrascendentes” para la integración de su cuenta pública. Dos días bastaron para que se le olvidara al mandatario el compromiso que hizo de motu proprio.
Y no conforme con sus dichos, demandó al OFS absoluta imparcialidad en el proceso de entrega–recepción entre su administración y la que le precedió. Despojado de la memoria de lo dicho dos días antes Pérez Lira también pidió al OFS que a la brevedad inicie con los procedimientos penales en contra de quien o quienes resulten responsables por el aparente daño patrimonial que le causó la anterior administración al municipio de Tlaxcala.
Sí, porque ahora, para tratar de deslindarse de la responsabilidad por no haber entregado la cuenta pública de los últimos cuatro meses, culpa a la administración que lo precedió de un quebranto por 31 millones de pesos. Pero de acuerdo con lo que dicta el sentido común surge una cuestión que puede aclarar este punto.
Si la actual administración tiene seis meses en el encargo, y lo que solicita el OFS es la cuenta correspondiente a los últimos cuatro meses, ¿qué pasó con las comprobaciones de los dos primeros meses? ¿Cómo es posible que tras medio año de funcionamiento, el mandatario municipal argumente que el potencial desfalco por 31 millones de pesos sea la causa por la que su administración no haya entregado las cuentas de los últimos cuatro meses?
Lo que si no se le olvidó a Pedro Pérez fue mencionar que, con la autorización del cabildo, los sueldos del personal y los funcionarios de la comuna (que suma alrededor de 200 empleados) tuvo un incremento del 20 % durante la actual administración. “Esto no es un delito, por el contrario, es valorar el trabajo de una persona”, justificó el mandatario capitalino. (El Sol de Tlaxcala, 28/07/2011)
Es cierto que es válido reconocer la labor de los empleados de cualquier instancia; pero ello indica que existen evidencias fehacientes que obligan a las instancias correspondientes a revisar minuciosamente las cuentas de la administración capitalina, pues ningún administrador, en su sano juicio, se atrevería a incrementar sueldos frente a quebrantos millonarios.
Lo que si debemos rescatar de esta perla de la política tlaxcalteca, es el dicho del diputado Gregorio Cervantes Díaz, quien celebró que a las actuales autoridades municipales se les brinde la oportunidad de una comparecencia pública para aclarar cualquier duda respecto a los reportes de sus estados financieros.
El asunto, que dará mucho de qué hablar en las próximas semanas, será emblemática para corroborar el aserto de Alejandro Aguilar López, presidente de la Comisión de de Finanzas y Fiscalización del congreso local, quien rechazó que en el OFS existan “favoritismos o parcialidad” en el análisis de la situación financiera de las comunas. (El Sol de Tlaxcala, 30/07/2011)
A ver si no también la amnesia se apodera de todos los actores de esta interesante que apenas comienza. Ya veremos.