SE PRESUMEN INOCENTES

20 junio, 2011

*El ABC del crimen

Segunda y última parte

Por JAVIER CONDE

En aquella ventana con barrotes de un dormitorio se observa la figura de un adolescente que mira hacia el patio central del Centro de Internamiento de Instrucción para Adolescentes del Estado de Tlaxcala (CIIMAET) y que alucina con ganarse nuevamente la libertad. Parece un anfibio.

Es Roberto N. quien permanece en el encierro desde hace más de tres años. Está acusado de asesinar presuntamente a su madrastra. El chaval se convirtió en asesino a sus 14 años. No soportó un regaño de aquella mujer. Tomó furioso un arma blanca y le cegó la vida. En un acto lúgubre tiró el cuerpo en una barranca.

Las autoridades del centro de internamiento confiesan -a este reportero- que dicho adolescente recibe continuamente atención sicológica porque temen a que cuando salga de este lugar vuelva a matar. Así de claro, se corre el riesgo de que aprenda por completo el ABC del crimen.

Y queda claro que el encierro camina, corre, tiene diferentes caras. De Roberto N. se cuentan muchas cosas. La principal es la forma en que mató. Jamás ha mostrado arrepentimiento. Esa mañana el chaval no salió al patio porque había un evento y los funcionarios no querían sorpresas con los invitados.

Mientras que en otro lugar del CIIMAET, Arturo N. confiesa en una charla con este periodista que está acusado de violar a una menor de edad. Según, él se presume inocente. Niega en todo momento haber cometido este delito cuando existen las pruebas necesarias que demuestran lo contrario.

Y en tres ocasiones dice: “soy inocente”. Según él, no existen las pruebas necesarias para que la autoridad le fije una sanción máxima. El presunto violador es poblano y por nada confiesa cómo fue la escena del crimen. Sólo dice que tiene la paciencia necesaria para salir de este lugar.

Lenones desde pequeños

Ellos nunca supieron lo que fue agarrar un balón de futbol. Jamás supieron lo que fue ese instinto maternal. Por el contrario aprendieron de su madre a ser lenones, a cobrar por traficar de mujeres, a andar mesas entre mesas vendiendo boletos para los table dance.

A ellos su madre los abandonó. En el momento del operativo policiaco, la mujer no tuvo piedad y huyó. Dejó a Pablo y Armando N. a la deriva. Ah pero hay un tercero Luisa N. su hermana. En total tres detenidos, los tres de la misma sangre. Los varones están en el CIIMAET en Tlaxcala y la mujer en Apizaco.

En su defensa los tres argumentan que no sabían lo que hacían, que no sabían lo que era un delito, que desconocían lo que es bueno y lo que es malo. La edad de los tres promedia entre los 14, 15 y 17. Los tres buscan actualmente comprobar su inocencia.

Empero, la interrogante, aquella siempre salta como un sapo aparece. ¿A qué se dedicarán cuando salgan del internamiento? ¿Dónde cobijarán su pasado? ¿La tentación los atrapará para volver a ese mundo retorcido? Quién diría que a su corta edad, estén involucrados sin saber en el tercer negocio ilícito más rentable en el mundo.

Los bandoleros…

Han aprendido a tomar entre sus manos armas, y lo más cruel saber accionarlas en el momento justo. Sergio N. y Eusebio N. son ladrones y asesinos. Ambos planeaban la escena del crimen. Matar para robar el ganado. Las víctimas eran pastores y la escena del trasgresión el campo tlaxcalteca.

Ahí están purgando su condena, ahí están sin remordimiento alguno, ahí están tras las rejas. Dentro de los estudios que se practican en el CIIMAET existen algunas líneas de investigación que apuntan que el narco mexicano emplea a este tipo de menores infractores, pues para ellos es más barato entrenarlos para matar que pagarle a un verdadero sicario.

Y este periodista termina su recorrido no sin antes preguntarle a Oscar N. un chavalillo acusado de robar un tráiler a mano armada.

-¿Sientes miedo?-se le preguntó

– “Sí está cabrón”….

-¿Ya aprendiste a vivir entre violadores y asesinos?

-“Ya, imagínese el primer día”…

-¿Qué se siente vivir en una prisión?

-“El encierro mata, está de la chingada esto”.

-¿Añoras tu libertad?

-“Sí, es una cosa divina…. aquí mueres todos los días”…

-¿Robaste el tráiler?

-“Nel a mí me utilizaron, yo era taxista”

-¿Inocente?

-“Sí carnal, pero pues me atoró la chota y pues veme aquí estoy”.

En aquellas puertas con cerrojos de acero, las cuales poco se abren retienen un sinfín de atrocidades infernales. Aquí de pronto todo es encierro; uno se siente hostigado por las rejas; se siente uno asediado porque ya no puede uno distinguir entre las fuerzas del bien y del mal.

Aquí cualquiera de los internos es enemigo de la sociedad hasta que demuestren o contrario, pero cómo imaginar que sean infantes y que hayan aprendido en sus diversas modalidades el ABC del crimen. Directa o indirectamente han ingresado al mundo de la criminalidad. Ese es el infortunio de su vida.

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