27 junio, 2011
Por EDGAR R. CONDE CARMONA
El cuestionamiento proviene de la postura de alcaldes –de extracción priísta– quienes emplazaron a sus correligionarios en el Congreso del Estado, para que emprendan un procedimiento para destituir al titular del Órgano de Fiscalización (OFS), Crispín Corona Gutiérrez, debido a que presuntamente ha ejercido “hostigamiento y presiones” en contra de ellos para aprobarles sus cuentas públicas.
A esta acusación, presentada por los presidentes municipales emanados del PRI, se suma lo que La rueda del infortunio señaló hace dos semanas: “Los anteriores diputados tuvieron que haber actuado: hubo omisiones y falta de acuerdos, ya que los ex alcaldes argumentan, en algunos casos, que no les dieron la oportunidad de defenderse y que, incluso, no les aceptaron sus cuentas.
Así de clara, lapidaria, es la radiografía que presenta Alejandro Aguilar López, presidente de la Comisión de Finanzas y Fiscalización del Congreso del Estado, al dar a conocer que el incumplimiento y la demora en la entrega de las cuentas públicas del 2010 fue culpa de los diputados de la legislatura anterior”.
Hoy, los denunciantes acusan “rigurosidad excesiva” por parte del auditor superior. Acusación que por cierto avala el Diputado priísta Carlos Augusto Pérez Hernández sobre los “excesos” de Corona Gutiérrez.
En el número de hace dos semanas, La rueda del infortunio planteó: “La mayoría panista de la LIX Legislatura, de acuerdo con esta acusación, actuó no sólo de mala fe sino que violó las leyes, pues a decir del actual legislador local [José Alejandro Aguilar López] “los ex congresistas debieron haber vigilado el estricto cumplimiento de la Ley de Fiscalización Superior del Estado de Tlaxcala y sus Municipios, para no heredar estos asuntos a la actual legislatura”.
El problema que se debe resolver es ahora saber: ¿se llamará a comparecencia a los ex diputados?, ¿se aplicará la ley contra los que omitieron o los que violaron las leyes?, ¿la declaración de Aguilar López sólo es una estrategia para limpiar culpas?”
A lo largo de los últimos meses, se han ido reuniendo diversas evidencias que ponen en tela de juicio el desempeño de todo el Órgano de Fiscalización Superior, y no sólo de su titular Crispín Corona Gutiérrez, dicho que es avalado por el diputado José Alejandro Aguilar López, presidente de la comisión de Finanzas y Fiscalización: “el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) sólo cumplió las órdenes de los legisladores”
Con esta nueva acusación, los alcaldes priístas contradicen el espíritu de los integrantes del Congreso de Tlaxcala de dejar en claro que no actúan con “complacencias”; y como se dijo hace dos semanas en este mismo espacio, “la imagen social de los legisladores fue dañada irreversiblemente y más aún, la falta de confianza y credibilidad que adquirió el OFS es hoy un lastre que a los ojos de los tlaxcaltecas desarticula cualquier acción tendiente a transparentar el manejo de los recursos públicos”.
Retomando lo escrito hace dos semanas en La rueda del Infortunio, “a pesar de que en las declaraciones Aguilar López asegura que la LX Legislatura procederá con mano dura en contra de los ayuntamientos vigentes que incumplan con la presentación oportuna de sus cuentas públicas, hoy quedan serias dudas para confiar en el OFS que ha sido evidenciado como un instrumento de control y represión política. El fantasma de que dicho organismo nuevamente se convierta en lo mismo, lo deja como un órgano parcial, inútil, inservible”.
¿Cuántas más acusaciones tenemos que esperar los tlaxcaltecas para que la ley se cumpla conforme a derecho? ¿Cuáles son los límites que debemos esperar para acabar con esta comedia bizarra en la que nos enteramos de irregularidades de un Órgano de Fiscalización Superior que no tiene credibilidad y se sigue en la inactividad para terminar con esta situación?
En el mediano plazo, los integrantes de la LX Legislatura tienen la tarea de reformar los reglamentos que ordenan el funcionamiento de la instancia fiscalizadora, incluso con la conformación de una instancia nueva, con un rostro y una óptica diferentes a efecto de terminar con una interminable confrontación entre el fiscalizador y los fiscalizados.
Dejemos atrás el paradigma: “a mis amigos aplico la justicia y a mis enemigos aplico la ley”. Que levante la mano quien la tenga firma, segura, sin temblores, y que se erija en el reformador tlaxcalteca de la vida actual.