23 mayo, 2011
*Importante diseñar mejores estrategias ante una contingencia
La “insólita granizada” que azotó por lo menos a media docena de municipios de la entidad y causó daños en por alrededor de 900 viviendas, 500 hectáreas de cultivo y pérdidas económicas incalculables, es un recordatorio que nos hace la naturaleza para demostrarnos que en materia de Protección Civil hay un significativo “déficit” y que el trecho por recorrer es largo.
Merece un reconocimiento público la inmediata intervención de los cuerpos de seguridad y asistencia que operan en la entidad, para evaluar los riesgos y efectos que se desataron a partir de la tromba, particularmente porque a partir de esas acciones fue posible poner en marcha un plan de contingencia frente a lo inesperado.
Los efectos del meteoro, que obligaron a la Secretaría de Gobernación a declarar emergencia en Tlaxcala y poner en marcha el programa del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), evidencia, no obstante, que en materia de protección civil, el gobierno del estado tendrá que replantearse los objetivos y acciones que regirán, por lo menos, en el presente sexenio.
Si bien es cierto que no se presentaron daños personales que lamentar, las acciones que se tomaron para solucionar y atender a la población afectada, corroboraron que persiste la cultura correctiva y aún no termina de posicionarse la cultura preventiva, en un área que hoy se convierte en vital para asegurar a la población en general seguridad en sus personas y sus propiedades.
Los hechos así lo demuestran. Previo a la temporada de lluvias nunca, desde la asunción del actual gobierno, se presentó a la sociedad un catálogo de albergues permanentes y temporales que permitieran a los habitantes de los 60 municipios del estado actuar con oportunidad en caso de emergencia. En cambio, los albergues se pusieron en marcha cuando apenas los responsables del Instituto de Protección Civil detectaron las dimensiones del fenómeno natural.
Adicionalmente, en ningún medio de comunicación local se ha implementado una campaña permanente para informar a la población sobre las principales situaciones de riesgo (sismos, incendios, aludes, por citar algunos) que pueden provocar problemas y caos en la entidad.
Por fortuna, no se han presentado otro tipo de desastres naturales en el territorio tlaxcalteca. Pero hasta ahora está pendiente conocer un programa preventivo que detecte sitios y casas vulnerables a cada una de las posibilidades de riesgos naturales o provocados por el ser humano.
Es indispensable que el Instituto de Protección Civil de Tlaxcala (apoyado por sus pares municipales) elabore a la brevedad posible un listado de áreas, edificios y equipos que se conviertan en potenciales riesgos para los habitantes frente a cualquier catástrofe que implique un peligro para la salud o la vida de las personas.
En este sentido, hacemos un llamado a todos los medios de comunicación para participar en esta cruzada con la cual podamos mantener informada con oportunidad y eficacia a todos los habitantes de Tlaxcala.
De nada servirán los recursos que se destinen del Fonden si nuevamente se recurre a la práctica, ya tradicional, de reponer los techos de cartón, lámina o asbesto de los damnificados, en lugar de crear programas con los cuales, en el mediano plazo, sea posible cambiarlos por techos de concreto.
Los recursos que se inyecten, serán dinero tirado a la basura si no se regula al asentamiento de viviendas en zonas peligrosas o de alto riesgo; los discursos se convertirán en un cúmulo de palabras vacías si no están acompañadas de acciones concretas e inmediatas. Todas las medidas que se tomen habrán sido inservibles si no se adquiere una cultura preventiva.
Por el bien de Tlaxcala y de sus habitantes, evitemos que en el futuro haya más damnificados.