04 abril, 2011
* Unos siete sujetos asaltaron una clínica médica de Huamantla
* Todos ellos con tapabocas, para evitar ser delatados
Por JAVIER CONDE
El silencio de la noche se interrumpió, la tranquilidad de un hogar y de una clínica se vulneraron cuando un sujeto con voz ronca y con un cubre boca le apuntó en la cabeza con una pistola a una mujer, no sin antes amenazarla: “este es un asalto, dónde está la caja fuerte, dime y no te pasará nada”.
Eran las 21:00 horas, en la ciudad de Huamantla, de ese 24 de marzo de 2011, donde apareció el drama. Todo comenzó en la recepción de una clínica médica de ese municipio cuando tres sujetos amedrentaron a una enfermera de guardia y posteriormente, la ataron de pies y manos.
Mientras que en la parte trasera del nosocomio, los propietarios estaban en su hogar en pleno descanso cuando un sujeto con un cubre boca subió por una rampa por donde usualmente ingresan a los enfermos para su respectiva atención.
Hasta ahí, la propietaria del nosocomio pensó que había llegado aquel paciente que esperaban 30 minutos atrás y que necesitaba urgentemente de una cirugía y de pronto un sujeto nervioso, con mirada fulminante apareció atrás de ella.
La delincuencia acecha
Sí, en un santiamén uno de los delincuentes con el ABC de la delincuencia colocaba sobre la cabeza de la mujer un arma y le decía a bocajarro que esto era un asalto. Y dos sujetos permanecieron ocultos en vehículos en sendas esquinas para responderle a la policía en caso de que arribara al lugar.
La mujer víctima escuchó atrocidades infernales de los asaltantes que hostigaron la tranquilidad. Relatar a detalle de lo que ocurrió en esa no noche sería enarbolar y vanagloriar a los propios delincuentes que andan sueltos en busca de nuevas presas.
Pero lo que si es necesario relatar es la forma en cómo planearon el asalto, cómo operaron en plena oscuridad, cómo intimidaron a los once rehenes, cómo los incomunicaron, cómo fueron atando uno a uno, cómo saciaban sus instintos de una bestia de la oscuridad.
El escritor Homero Aridjis en su libro titulado “Sicarios” dice que cuando el humano es víctima de pronto todo es incierto. Que no es posible distinguir las fuerzas del bien y las del mal. Y que los delincuentes acechan, esperando el momento de jalar el gatillo. Y la razón le asiste.
La confesión
La edad promedio de los seis asaltantes era entre 20 y 30 años, dice una de las víctimas que pide la gracia del anonimato. Señala que los maleantes cortaron los cables de las líneas telefónicas, les quitaron sus celulares y se llevaron computadores de la clínica y del interior de la casa por lo que pudo ver.
Para fortuna de los once rehenes fue que nadie puso resistencia, que todos guardaron la calma.
“Yo sólo me encomendé a Dios… los delincuentes subieron y bajaron en la búsqueda de pertenencias e incluso, comenzaron a alterarse entre ellos pues no hallaron mucho dinero y pertenencias como ellos pensaban”.
Agrega: “ yo temía a que llegara la policía y que se complicaran más las cosas y para nuestra buena fortuna no llegaron en ese momento, lo que puedo decir que no era ciencia ficción, todo era real, por lo que Dios fue tan grande, que no nos pasó nada, sólo fue el susto y vaya que susto”.
De acuerdo con la denuncia que quedó asentada en el ministerio público de Huamantla, dependiente de la Procuraduría General de Justicia del Estado, los maleantes abandonaron el lugar al filo de la media noche y que una de las víctimas logró desamarrase y para poder llamar al 066.
Posteriormente, llegaron la policía municipal, estatal y la federal, por lo que peinaron el municipio a fin de dar con el paradero de los delincuentes, sin embargo, no lograron capturarlos.
Incluso, un día antes del asalto, un vecino notó la presencia de un sujeto extraño que estuvo parado precisamente en una esquina cercana al nosocomio y que incluso llamó a la policía municipal a fin de que lo interrogara pero cuando llegaron él se había ido.
Y parece que la tremenda frase de Mario Ruiz Massieu, exsubprocurador de la PGR que catapultó en aquel polémico 1994, es real: “los demonios andan sueltos”. ¿Y quién o quiénes los encabezan?…
Fueron dos horas de tensión para las víctimas de este delito, dos horas donde estuvo en peligro su vida, dos horas donde los hampones estuvieron dispuestos a jalar el gatillo, dos horas donde los dedos huesudos de la muerte urdían su trama en las calles de aquel pueblo “mágico”.
Y como expresa el escritor y periodista mexicano, Julio Scherer García, en su libro “La Reina del Pacífico” que es imposible descifrar el rompecabezas de esta violencia sin antecedentes que sufre nuestro país y que parece no tener fin.
Tres días después otra familia en Huamantla, era asaltada con violencia y desgraciadamente vivía el mismo drama durante esa amarga noche.