INTENTAN LINCHAR A DOS PRESUNTOS LADRONES

18 enero, 2011

Por JAVIER CONDE

En Mazatecocho no hubo oportunidad para la paz. Desde temprana hora, la violencia estalló en ese rincón del sur del estado. Dos presuntos ladrones estuvieron a punto de ser linchados por una turba de furiosos habitantes que no tuvieron misericordia de ellos.

Edgar Flores  y Carlos Cadena, de 30 y 28 años, respectivamente, jamás pensaron que este lunes fuera un inicio de semana negro para ellos, en el día      -según- más triste del año. La tribu de enardecidos pobladores con sed de venganza los tupió a golpes, al grado que uno de ellos comenzó a orinar sangre.

La escena de la zozobra tuvo varias facetas desde que los furiosos pobladores, unos con rostros regordetes, enfurecidos, mal encarados, con los músculos contraídos de tanta adrenalina asestaron golpes contra los presuntos ladrones que minutos antes intentaron robar artículos domésticos de una mueblería.

Cerca del medio día comenzaba el desasosiego, el malestar de los vecinos que no tuvieron ni un milígramo de tolerancia contra los dos chavalos quienes fueron abandonados a su suerte por otros dos supuestos integrantes de la banda de malhechores.

A una cuadra de la presidencia municipal, los encolerizados habitantes llevaron a los dos sujetos para maltratarlos, y fue ahí, donde tuvieron el primer encuentro ríspido con la fuerza pública.

Sobre esa arteria se armó el zipizape cuando un pelotón de policías municipales y estatales, se abalanzó en contra los pobladores para rescatar de la metralla de golpes a Edgar y Carlos, que pedían -una y otra vez- compasión.

La misma suerte corría el camarógrafo de TZ Azteca Puebla, Antonio Pineda quien fue golpeado en diversas partes del cuerpo por los rabiosos lugareños.

Y de ahí, pasaron a destrozar una costosísima cámara de video DVC-PRO que llevaba sobre el hombro, el comunicador.

El último reporte que se tuvo del camarógrafo es que fue internado en un nosocomio de la capital poblana. Y esos bravucones ciudadanos advirtieron a los demás periodistas que si tomaban imágenes del intento de linchamiento correrían la misma suerte. La libertad de prensa, quedó secuestrada.

Los puntapiés y los manotazos, fueron continuos como continuas fueron las pedradas que recibieron dos patrullas que instantes después voltearon por aquella turba cegada, encolerizada, que de verdad no concedió un gramo de concordia.

Un raro silencio

Cerca de las cuatro de la tarde en Mazatecochco privó una aparente calma. Enviados del gobierno del estado, comenzaron el diálogo con el alcalde Zenón Maravillas, que desde un principio realizó la petición de cuatro patrullas para mejorar el servicio de vigilancia a cambio de la liberación de ambos sujetos.

Los gritos de protesta, las mentadas de madre contra el alcalde, las manos en pleno subibaja en señal de repudio, nuevamente los rostros agitados, repletos de rabia estallaron cada vez que la negociación tenía sus claroscuros.

Por fin, el alcalde y el representante del gobierno de Tlaxcala, Antonio Chávez, salieron a la alcoba de la presidencia municipal para dialogar con los pobladores en torno a los acuerdos hasta el momento obtenidos.

Ahí, les informaron que la autoridad estatal, les entregaría tres patrullas para que mejoraran el sistema de vigilancia en ese municipio.

Sin embargo, el grupo de habitantes reprochó al alcalde que tres unidades vehiculares no eran suficientes para contrarrestar la ola de robos y que era necesario castigar con la ley a los ladronzuelos.

Y un rosario de palabras altisonantes sacudió al alcalde. Le recordaron a su madre, a su progenitora, una y otra vez.

Ensalada de palabrerías

En ese momento, Zenón Maravillas en tono cantinflesco, pero con mucha demagogia exclamó: “Ta bueno conciudadanos, denme chance es mi primer día de labores como presidente, confíen en mi”.

Y lo interrumpió un señor panzón y bribón: “Nada señor presidente, tú qué harías si te robaran los pollos de tu casa, chinga”… Y por lo menos, las palabras chuscas daban pie a un milímetro de armonía.

Para variar surgía otra voz delgada, la de una señora, que firme masculló: “Señor presidente no queremos mujeres policías aquí, porque casi siempre se la pasan dándose chicos besotes en las patrullas con sus compañeros”.

Y la sarta de palabrerías, la remató un jovenzuelo con trazas de pandillero que dijo: “Ni madres presi, si no puede mejor vete pa´ tu casa, ¡ah, huevooooo!”… “pa´ que te pusimos ahí, ¡ah, huevoooo!”…

Prosiguió en tono poco ortodoxo: “Chinga presi… queremos ver a esos pendejos en el balcón, ¡ah huevoooo!… “Es más, ni madres que se los lleven, no lo permitiremos ¡ah, huevoooo!”…

Lo cierto es que no consiguieron que el gobierno les diera tres patrullas, sino cuatro y el chaval un tanto engallado remató: “¡Ya chingamos tenemos cuatro `trokas` bien `padrotas` ¡ah, huevoooo!”…

De la razón a los golpes

En una plaza pública semi-oscura un comandante de la policía estatal, le dijo -en corto- a los reporteros que en unos minutos más sacarían a como diera lugar a los presuntos ladrones.

Uno de los retenidos -precisó- que necesitaba atención médica urgente dado a que estaba orinando sangre producto de los golpes que le propinaron.

Y así fue, de un momento a otro aparecían patrullas estatales y a bordo unos sigilosos granaderos con tolete y escudo en mano.

Una orden superior autorizó -a través de un radio francés- que ingresaran a la presidencia para rescatar  a los dos jóvenes de 28 y 30 años de edad.

En un descuido de los oriundos de Mazatecochco, unos diez granaderos que resguardaban la cárcel preventiva salieron como gacelas -junto con los golpeados- de ese lugar y tras ellos de nuevo la turba de encolerizados habitantes quienes patearon a un par de patrullas.

Reaviva la violencia

La tensión de reavivó cuando en una calle contigua aparecieron elementos de la fuerza pública que bajaron de las unidades. Entre ese mar de expresiones, los policías comenzaron a gritar: “¡Ahora sí, `jijos` de la chingada muy cabrones no!”… “¡Chingaos que nos den la orden pa` entrar y romperles la madre!”…

Y una chispa bastó para que los ganaderos formaran un escudo humano y así recibir a los bravucones habitantes que tomaron piedras, pero ahora sí, evitaron enfrascarse a golpes con los policías. Los escopetines, se accionaron y comenzaron a dispersar gas lacrimógeno. Y por fin, imperó la paz.

El convoy de patrullas inició su desfile por la vía corta Puebla-Santa Ana, con dirección a la capital del estado y en Acuamanala, altos mandos de la policía estatal.

Ahí, hicieron pase de lista y donde la prensa pudo entrevistar a uno de los dos presuntos ladrones que admitió y después negó haber participado en el robo a la mueblería.

Pero lo cierto es que fue la evocación de un lunes negro, en el inicio de la semana donde el nuevo gobierno recibió su novatada en términos de gobernabilidad, cuando precisamente la paz en Mazatecochco se reventó por completo cuando sus habitantes quisieron hacerse justicia por su propia mano.

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