LOS DAMNIFICADOS DE SAN MARTÍN

21 diciembre, 2010

* “Impresionante lo que viví”, dice un militar

* Acusan al alcalde de no dar la cara

Segunda de tres partes

Por JAVIER CONDE

TEXMELUCAN, Pue.- A 48 horas de la tragedia aquí todo es confusión y desaliento. En la Zona Cero, donde el número de muertos se elevó a 29, el silencio es abrumador, las cifras son aún son imprecisas por parte de la autoridad. Ese fuego brutal, fue un dardo letal a las entrañas de San Damián, a las entrañas del corazón de los sobrevivientes.

Y cuando comience en las próximas horas la demolición de los inmuebles afectados, se borrará la escena del desastre, pero jamás aquel tatuaje de ese domingo negro, negrísimo del 19 de diciembre de 2010.

El presidente de la República, Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala han escuchado -de viva voz- el clamor, la congoja de los damnificados, pero éstos han dicho a la prensa que temen que no hagan nada los “señores en el poder” y que todo haya sido para justificarse, para salir en la foto.

Pero las versiones, los rumores o los simples chismes de que fue un descuido de Petróleos Mexicanos, de que fue un atentado del narco, de que fue la ordeña indiscriminada de los ductos, son sólo eso versiones encontradas.

Este semanario nuevamente estuvo en la calle del Camino Antiguo, donde las casas dejaron de ser casas, donde los sobrevivientes se aferran a su pasado, donde otros hallaron a sus muertos, donde muerte vistió de gris.

Hoy, cuando las evidencias crecen, cuando acusan al presidente municipal de Texmelucan, Noé Peñaloza Hernández, de no dar la cara; cuando las preguntas se quedan sin respuestas, cuando los dolientes hablan por encima de los escombros, el ambiente pesa. Este inicio de semana fue estremecedor, por mucho, doloroso.

Hoy, cuando se recuentan las piedras, cuando se mide el impacto del desastre, cuando se remueven los vehículos hechos añicos, cuando el fuego acabó con la vida de 16 pequeñines y 13 adultos, cuando se recorren aquellas ruinas son ausencias, son escenas de un momento irreparable.

Este lunes por la noche, en un afán de mero protagonismo Blanca Alcalá Ruíz, la presidenta de la capital poblana llegó con su séquito, con su comitiva para recorrer el lugar por unos cuantos minutos y después, tomó su ostentosa camioneta color Blanca, Hummer, dio una entrevista -a modo- a un reportero de Televisa y se fue.

El relato de un soldado…

Un comandante, un militar -que pidió la gracia del anonimato- confesó a este reportero que ese domingo negro, negrísimo la escena fue desgarradora. “Jamás había visto algo así, llegue con mi tropa a las cinco de la mañana con 40 minutos y nos sorprendió ver el fuego que corría, impresionante”.

“En la zona militar, recibimos una llamada de emergencia, por lo que creímos que se trataba de incendio en campos de cultivo, porque es época en que la gente quema la maleza en sus parcelas o predios y nosotros veníamos con nuestras palas en mano, pero quedamos rebasados, en ese momento”, dijo.

“Poco después recibimos una orden de que había que hacer todo lo posible por rescatar vidas y así lo hicimos; tres horas después nos ordenaroN que nos pusiéramos el gafete amarillo que anuncia el Plan DN-3; trabajamos en resguardar la zona, en entrar a las casas afectadas y encontramos personas sin vida”.

“De verdad qué desgracia porque vimos muertos, todos ellos inocentes, los agarró la oscuridad, pero bueno ahora estamos aquí, duele mucho observar este tipo de escenas, nuestro deber es estar con el pueblo”.

Ahí, se acabó la plática con este periodista, no sin antes recomendarle, que no ingresara a las casas devastadas, porque las paredes y techos estaban colapsados y el riesgo, es inminente en esa calle desolada.

Y a lo lejos, se escuchaba una canción, en medio del trajín urbano y era la de Belén. Los cánticos que provenían de una iglesia cercana donde -como cada año- se recuerda el nacimiento de Jesús, mientras que horas antes en otro templo había la misa de cuerpo presente de diez de los 29 fallecidos. Los claroscuros de la vida.

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